Quise ser la media naranja de tu ira,
una de tus siete vidas
y la primera persona que te decía te quiero
con la luz encendida,
entre versos y no entre sábanas.
Nunca anclaste tus fantasías más allá de mi pecho,
y es que ahora doy por hecho
que en Abril no llueve tanto
como en tu cuarto.
Horas y horas ausentes del mundo,
ese que trata de poner en contra a la jeringuilla y al drogata,
al escenario y al telón,
a tu partitura y a mi canción.
Baja la persiana,
que el Sol no quite protagonismo a tu mirada.
Arrópame con la manta de tu cuerpo
y dile al tiempo que se olvide del pasado, que alargue el presente a tu lado,
que construya tu futuro por el sendero de mis piernas...
He descubierto el atajo de tus brazos rodeando mi cintura,
y siento decirte que
eres una víctima más del arte contemporáneo,
y yo la escultura que quieres moldear.
Me has pintado una sonrisa en la cara y mil pájaros en la cabeza.
Vuelo cuando pestañeo,
sueño cuando abro los ojos,
me hago cómplice de tu antropología y la convierto en mi forma de ver la vida,
en el atlas de mi globo,
en el ombligo de mi todo.
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