La cura a la locura es hacer mío lo perdido.
La cura a tantas noches de bares, garitos y copas es encontrar a un masoca que quiera matarse conmigo.
La cura al olvido es quererse a sí mismo y nunca darse por vencido, porque en cualquier anochecer puedes encontrar a ese alguien capaz de conquistar las estrellas con solo mirar el cielo.