No sabía cuántas veces me había enamorado de los mismos ojos. Había perdido la cuenta de sus besos, pero seguía contando los te quiero de su boca. ¿Y sabéis cuántas rosas me regaló? Una cada día de la semana y 500 cada vez que sonreía.
Y así me pasó, que entre sonrisa y sonrisa fui acumulando rosas y ahora no se dónde meterlas.
Con tus recuerdos, me pasa lo mismo.