PELIGRO

42.1K 6K 5.6K
                                    




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


[Capítulo 2]


{Abby}

Tras aquella llamada que también fue una despedida, mi vida continuó como venía siendo desde que me mudé a Londres. Los trabajos en la editorial cada vez eran más complicados y la vida adulta poco a poco me reclamaba más; las salidas con mis amigos los fines de semana se hicieron constantes y me di cuenta de que a diferencia del pasado, pensaba menos en el ojiazul que casi me pone en jaque años atrás y, me obligué a creer que no se debía a que traté de pasármela ocupada, sino porque en serio ese ya era pasado pisado.

—Jacob viene a comer con nosotras hoy, ponte linda —avisó Larissa cuando entramos al apartamento tras quitar su mirada del móvil por un segundo.

—Siempre lo estoy —me mofé y la vi rodar los ojos bajo sus gafas de marco negro.

Estaba un poco cegatona, aunque podía ver sin ellos, pero se los dejaba porque según ella le daba un aire más interesante.

Larissa y Jacob tenían meses saliendo y vaya que los quería a ambos, a mi mejor amigo sobre todo, pero no les veía futuro como pareja. Ella era muy extrovertida y Jacob demasiado introvertido. A veces me preguntaba cómo es que seguíamos siendo amigos él y yo, mas ese era un misterio de mi vida que quizá jamás descubriría.

Con Jacob nos criamos juntos, nuestros padres eran amigos y compañeros y nosotros crecimos como hermanos, aunque el tonto tuvo un flechazo conmigo años atrás y a veces cuando lo recordábamos él se ponía rojo como un tomate y me aprovechaba de ello para tomarle el pelo.

Una vez admitió que se confundió gracias al enojo que le provocaba verme babeando por cierto rubio y eso lo llevó a creer que lo que sentía por mí iba más allá de la fraternidad, pero fraternos y todo, también añadió que no le era difícil pensar en echarse un polvo conmigo.

En fin. Tener dos cabezas no significaba que pensaría mejor.

Lo convencí de venirse a Londres seis meses después de que me mudé y le agradecería siempre por seguirme incluso al fin del mundo si era necesario, porque sé que era muy capaz de hacerlo si a mí se me antojaba ir también y con eso me demostraba que sería mi incondicional por el resto de mi vida, no importaba qué o quién. Superó el miedo hacia mis hermanos y con eso ya lo decía todo.

—¿Qué te parece este? —preguntó Larissa horas después.

Al final decidí cocinar algo para comer mientras ella se duchaba y arreglaba para su chico. En ese momento estaba desde la puerta de su habitación mostrándome un conjunto de encaje rojo, con un albornoz cubriendo su cuerpo y una toalla enrollada en su maraña de rizos.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora