Deseos Peligrosos

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[Capítulo 47]

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[Capítulo 47]


Abby

Solo cuando Andrea se calmó en realidad, hablamos largo y tendido, esa vez me confesó más de lo que vivió en aquel secuestro, pero no quiso profundizar porque aseguró que era algo con lo que todavía no podía lidiar y lo respeté así como él respetó siempre mis silencios. Sin embargo, incluso hablando de las cosas solo por encima, despertó más en mí aquel instinto asesino y la necesidad de darle un poco de calma a su alma herida, poniéndole a ese hijo de puta de Lupin en bandeja de plata como dijo Connor, porque mi francés merecía su revancha. E íbamos a dársela.

Y en efecto, Andrea fue ultrajado en todos los sentidos, y después de aquella rubia maldita que llevó a Daemon a un estado de vulnerabilidad que casi lo mata, jamás odié tanto a alguien en mi vida como a George Lupin y a Philippe Mercier. Esos engendros torturaron a mi francés con los medios con los que siempre obtuvo placer, lo castigaron porque nunca aceptó entregarme para así dañar a mi familia por ir detrás de él, y porque Andrea engañó a George al hacerse pasar por un socio más cuando buscaba llevarlo ante la justicia.

Andrea Moreau vivió lo impensable y sufrió en silencio porque por primera vez en la vida, se sintió inseguro y poca cosa, creyó que no me merecía más, no solo por su incapacidad física sino porque los traumas de ese secuestro seguían provocándole pesadillas por las noches.

—Sé que hay muchas cosas que tenemos que hablar, Abigail, pero si lo he evitado no es solo porque quiero que vivas tu relación con Michael, sino porque yo no estoy en condiciones de arreglar nada a mi alrededor si antes no trato mis propios traumas —dijo viendo a la nada y lo tomé de la mano—. Me dolió que admitieras que lo amas, pero también me alivió porque me volví un cobarde y no me sentía capaz de alejarte por mi cuenta, así que, que te pasara esto con él fue mi excusa para que no me odiaras, ya que estoy seguro de que tarde o temprano yo mismo te haría odiarme.

—Sabes que eso no pasaría ni en mil años, Andrea —contradije y me besó el dorso de la mano.

—Sí lo harías, ma chérie, porque ahora mismo no soy el hombre que una vez amaste y si no lo has notado es porque me esfuerzo en llevar una máscara contigo para que no veas al miserable que habita detrás.

—Me duele escucharte hablar así —le dije y negó.

—Y me odiarías si sigo diciendo mi verdad.

—Andrea, por favor —supliqué al verlo tan negativo.

—Me siento egoísta, Abigail y no mereces un amor de ese tipo —admitió con la voz dura—. El odio por momentos me ciega y agradezco que no estés conmigo para presenciarlo y para ser sincero contigo, tenerte a mi lado se volvió una tortura en los primeros meses después del secuestro porque solo quería sumirme en mi podredumbre interior.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora