¿Quién ocupa mi lugar?

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[Capítulo 53]

MICHAEL

«Ser fuerte no significa no caer, más bien todo lo contrario. Para ser fuerte debes caer, romperte, hacerte pedazos y sufrir. Sufrir mucho y a pesar de todo, levantarse y seguir peleando como nadie. Eso es ser fuerte».

Las palabras de mi capitán en el ejército llegaron a mi cabeza como un mantra, uno que me repetí durante toda la vida luego de escucharlas, sin embargo, mientras conducía el coche rumbo al cuartel de Grigori para reunirme con mis jefes, fuerte era lo que menos me sentía y el dolor en mi pecho persistía de una manera que nunca esperé.

Y era consciente que el amor muchas veces podía ser una batalla en la que hasta el soldado más fuerte podía perecer, no obstante, nunca estuve preparado para ella incluso cuando creí que sí y ese fue mi mayor error.

—Mierda —murmuré para mí mismo, pensando en todo el tiempo en el que me negué a ceder con Abigail.

Mantuve mi distancia con ella no porque no me gustara... ¡Joder! Podía jurar que cualquier tipo caía rendido a sus pies, pues la chica tenía ese toque de inocencia y maldad que se acopla a cualquier hombre y cuando ya te dabas cuenta de que era alguien con quien no podrías lidiar; y no porque no fueras capaz sino porque tu forma de pensar y ser era distinta a la de esa perversa mujer, ya era muy tarde. Fui testigo de ello.

Cuando era solo una inocente buscando su verdadera identidad, vi cómo rechazó a chicos que estaban dispuestos a hacer lo que ella quisiera; y sí, al principio la taché de ser caprichosa y de no saber lo que quería, cuando en realidad estaba tan segura de lo que buscaba, que prefería apartar de su camino a quien le estorbara. Y ni siquiera los usaba, al contrario, Abigail siempre fue de las que no dio esperanzas ni ilusionó si sabía que nunca llegaría a nada con alguien.

Hasta que Andrea llegó a su vida.

El tipo que se convirtió en su maestro, el cabrón que le abrió las puertas de su mundo sin tener idea de que ella se adueñaría de él, porque fue para lo que nació. Y vaya sorpresa que me llevé, puesto que solo en ese instante descubrí que debajo de la piel de ese patito inocente y perdido, se escondía un cisne.

—Es increíble que la vida nos volviera a cruzar así —me dijo Andrea el día que descubrió que era el guardaespaldas de Abigail y yo me enteré que él era su dichoso novio.

Y para ser sincero conmigo mismo, me había sentido muy celoso al verla ilusionada y suspirando por alguien luego de que fuera tan orgullosa y no cediera en el amor, aunque pronto dejé ir ese sentimiento, consciente de que tampoco yo intentaría algo con ella como para querer apartarla del tipo que le había puesto una sonrisa boba en el rostro.

—Mierda, hombre. Me alegra que seas tú quien tiene a la chica así —dije sincero, pues en serio me tranquilizó que fuera él.

Y de hecho, hasta los celos terminaron de esfumarse porque conocí a Andrea años atrás, fuimos buenos amigos y así fuera poco, de vez en cuando mantuvimos comunicación, aunque fuese solo para preguntarnos si estábamos bien. Y de alguna manera creí que si no podía ser yo quien estuviera con esa chica, lo prefería a él. Aunque no fuese mi decisión.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora