Tu mirada

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[Capítulo 36]

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[Capítulo 36]


{Abby}

Salí de la habitación que compartía con Andrea desde que lo llevamos a casa de mis padres, y me fui a la mía para tomar una ducha rápida y limpiar los estragos que el beso de mi chico provocó en mi entrepierna. Me puse un vestido ligero y cuando partí hacia la cochera descubrí a uno de los chicos de seguridad esperándome, por órdenes de Michael, algo que me hizo sonreír de lado, ya que era la prueba de que ese hombre tomó todo en cuenta sin dejar de protegerme.

Y el ataque de ansiedad que me dio de camino a su apartamento fue tan intenso, que parecía como si estuviera a punto de orinarme encima.

—Hemos llegado, señorita Pride —avisó Zach y en ese momento sentí que de verdad estuve a punto de mearme por los nervios que me atacaron.

Me quedé mirando el edificio de tres pisos desde el interior del coche y me debatí entre si salir o devolverme a casa, sintiéndome como una cobarde. Zach me miró por el retrovisor esperando paciente y sin decir nada. Era de la edad de Micky y al parecer, también perteneció a la milicia del país. Llegaron juntos a la organización y según lo que me enteré en los días que tenía compartiendo con Grigori, el tipo se encargaba de la seguridad de Eleana y Mateo, mis primitos e hijos de tío Dylan y tía Tess.

Aunque esa noche me cuidaba a mí.

—¿Vas a esperarme? —inquirí más por la necesidad de buscar apoyo o una excusa para no tardarme.

Algo tonto de mi parte, ya que nunca necesité apurarme para no hacer esperar a los guardaespaldas. Y no era por desconsiderada sino más bien a que después de vivir con ellos casi doce horas o más al día y los siete días de la semana, llegabas a entender que ese era su trabajo, estar para uno el tiempo que se requiriera.

—Si cree que es necesario, por supuesto —dijo él y respiré hondo—. Aunque de manera visible o no, estaré cuidándola junto a otros compañeros. Esas son nuestras órdenes —me recordó y asentí.

Por supuesto que no me dejaría sola y menos con la gente de Lupin buscando su oportunidad para jodernos.

—Vuelvo pronto —murmuré insegura tras regañarme mentalmente por mi cobardía. Y salí del coche antes de arrepentirme.

¡Puta madre! Solo cuando acepté ir a aquella habitación con Andrea la noche en la que nos conocimos en Reverie, me sentí como en ese instante; ansiosa, con ganas de dar marcha atrás, pero con la firme necesidad de caminar hacia el frente. Una contradicción adictiva que me provocaba sensaciones inexplicables, mismas que experimenté en cada paso que daba y que me acercaba más al apartamento de Michael Anderson, alejándome a la vez de la chica que siempre fui cuando estaba en su presencia o sabía que lo vería.

—Bien, Abigail. Compórtate con valentía. —me dije tras tocar el timbre y darle la espalda a la puerta, tanteando en mi mente en cuantos minutos podía irme sin que él alcanzara a verme— ¡Mierda! —me dije al dar un paso.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora