Abigail (Orgullo Blanco 5) +21

Volviendo a tus brazos

[Capítulo 41]

Abby

Cuando Dasher llegó a la casita de tía Laurel, todavía iba sorprendido porque Barbie le llamara de mi móvil, incluso sabiendo que lo hizo porque el de ella estaba muerto, pero supongo que más le sorprendió el que lo quisiéramos con nosotras en ese momento.

Sin embargo, el rubio no era ningún tonto y en la voz de su todavía prometida notó que nada de lo que pasaría era sexual, al contrario, una terrible verdad sería rebelada y me asustó pensar en la reacción que Dash tendría.

—¿Le pegaste? —dijo hacia mí, tratando de bromear, cuando lo recibimos y vio los ojos rojos e hinchados de Barbie.

Ella sonrió ante la pregunta y se lanzó a los brazos de Dash, segundos después comenzó a llorar y me sorprendió cuando pidió que yo también llegara a ella y nos abrazó tratando de aferrarse a nosotros, queriendo absorber parte de nuestra fortaleza.

—Déjame cerrar la puerta —avisó Dasher y se alejó de nosotras.

Yo no me di cuenta de que había quedado abierta hasta que Dash lo dijo y miré sobre mi hombro, alcanzando a ver su espalda y más allá de él, en el exterior, pude notar la silueta de Michael, atento a lo que pasaba dentro de la casa.

—Gracias —susurró Barbie y me tomó del rostro para que volviera a poner mi atención en ella, su gesto me causó impresión, puesto que era la primera vez que se atrevía a hacer algo que deseaba sin temor a que la juzgaran.

—Me están asustando —murmuró Dasher regresando con nosotras y Barbie respiró hondo.

—Ha llegado el momento de que hablemos —dijo ella cogiendo fuerzas.

Tomó a Dasher de la mano y se lo llevó para el sofá donde antes estuvo conmigo, yo no me senté porque me era difícil quedarme quieta sabiendo que volvería a escuchar una historia que parecía salida de un libro de terror, y me quedé corta al suponer la reacción de aquel rubio.

En el pasado se volvió loco al descubrir cómo lo engañé, en ese entonces me dio miedo, sin embargo, verlo perdiendo el control cuando Barbie le confesó todo lo que había vivido en manos de sus padres me aterró de una manera que no creí posible y a duras penas logré detenerlo de ir en busca de un malnacido que merecía ser torturado cada día sin dejarlo morir.

Tras la locura lo invadió el dolor y hasta la culpa, sentimientos que lo hicieron caer de rodillas ante su prometida, pidiéndole perdón por algo que él no hizo, sin embargo, saber que no estuvo desde antes con ella para poder apartarla de aquellos monstruos, era una carga pesada en sus hombros y no importaba que Bárbara le dijera que era su salvador. Y en ese momento no entendí si mi corazón se volvió de piedra o la ira aún me tenía sumida en su espiral, pero no lloré a pesar de querer hacerlo, solo soporté queriendo parecer fuerte ante ellos, para asegurarles de esa manera que George Lupin pagaría sí o sí por lo que fue capaz de hacerle a su hija y a muchos otros niños más.