Abigail (Orgullo Blanco 5) +21

Grigori

[Capítulo 33]

{Abby}

Mamá lo sabía, lo intuyó semanas atrás, justo cuando decidí presentarles a Andrea antes de la fiesta de Dominik D'angelo, y solo negué al recordar el final de la conversación que tuvimos en ese momento.

—Andrea es muy guapo y nunca entenderé el que seas capaz de compartirlo.

—Antes también pensé así, mamá. Hasta que él me demostró que solo puede amarme a mí.

—¿Y tú a él?

—Solo a él.

Junto a esa conversación también recordaba la imagen que se cruzó en mi mente antes de responderle lo último, y que me provocó un poco de temor. Había sacudido la cabeza entonces con la esperanza de que aquello se borrara y me obligué a sonreírle.

Pero semanas más tarde ahí estaba, cerrando los ojos y recordando lo que me atemorizó: la sonrisa que Micky me regalaba cada vez que le decía algo subido de tono.

—¿Y ahora qué carajos haré? —le pregunté a mamá y ella me sonrió.

Lo hizo como si me comprendiera más que cualquier otra persona e intuí que se debía a su don de madre.

—De momento, concentrarte en tu francés. Ya luego vas a resolver esto como siempre has resuelto todo en tu vida, Abigail Pride White —dijo y, aunque me llamó por mi nombre completo y eso solo lo hacía cuando estaba molesta, en ese momento no fue por esa razón.

Lo hizo para recordarme de qué estaba hecha.

Respiré hondo entonces y pensé en Andrea, en todo lo que había vivido a su lado a lo largo de esos años y en lo que sufría al tener un futuro incierto en ese momento, ya que, hasta que no estuviera fuera de peligro no podría pensar ni siquiera en lo que quería para nosotros, porque sí, a pesar de lo acepté por Michael, seguía pensando en un nosotros con mi francés. Y eso a lo mejor me hacía una egoísta. O una mujer a la que le enseñaron que todo podía ser posible en la vida hasta que no se comprobara lo contrario.

—¿Alguna vez tuviste que elegir entre papá y alguien más? —dije hacia mamá y sus ojos se desorbitaron.

Me llevé el vaso a la boca para darle un sorbo a mi té y así no reírme de su reacción.

—¿Has estado ya con dos hombres al mismo tiempo? —soltó y escupí el té de inmediato tosiendo como si acabara de tragarme un río completo.

El maldito té me salió hasta por la nariz y mis ojos ardieron.

—¡Joder, mamá!... Te aseguro que... no quieres saber la respuesta a esa pregunta —le dije con dificultad y traté de coger aire.

—Ni tú tampoco querrás saber la respuesta que tengo para tu pregunta y menos tu padre, así que no digas nada más —sentenció y se puso de pie para alzarme los brazos y así ayudarme a que respirara mejor y dejara de toser.