Abigail (Orgullo Blanco 5) +21

Niña tonta

[Capítulo 19]

{Abby}

George tuvo la intención de llamar a más de su gente, pero Michael se lo impidió al apuntarle directo en la cabeza, asegurándole que no le temblaría la mano para deshacerse también de él.

—Ni siquiera se lo adviertas, dispárale y ya —lo animé yo y la sonrisa que Michael me regaló me hizo volar la cabeza a mí.

Su seriedad lo caracterizaba, pero ver el peligro reflejado en sus rasgos fue un nivel alucinante que hizo que me sintiera con temor...de nuevo. Logrando que tragara con dificultad y sacudiera la cabeza para borrar de mi mente imágenes que no iban con el momento que estábamos viviendo.

Cualquier chica en mi lugar hubiese estado aterrada por la escena que se desarrollaba frente a mí, los tipos tirados con un charco de sangre saliendo de atrás de sus cráneos, inertes; algo que en las pelis podía parecer normal, mas no en la vida real. Sin embargo y a pesar de no estar acostumbrada a la muerte, no sentí remordimiento alguno por esos chicos y ni siquiera me detuve a pensar en sus familiares. Se habían ganado a pulso ese destino y sabía que ellos no habrían tenido piedad de mí y hubiesen cumplido al pie de la letra las órdenes de ese intento patético de Dominante.

—Sal de aquí, cariño —pidió Michael en respuesta y alcé una ceja.

Hasta ese momento analicé que cada vez que estábamos frente a una persona que representara un peligro para mí, Michael nunca me llamaba por mi nombre. Y sabía que ese viejo inmundo no me había reconocido a pesar de conocer a mis padres y hermanos e intuí que por alguna razón mi ángel oscuro prefería mantenerlo así.

Miré de nuevo a George Lupin y le sonreí satíricamente caminando cerca de él para alcanzar mi taco, Micky me siguió para cubrir mi espalda y me agaché sin perder de vista al honorable señor.

—Sabré quién eres y te vas a arrepentir de haberme jodido —me amenazó—. Tengo mucho poder y nadie sale bien librado cuando se mete conmigo, esto solo ha sido un golpe de suerte.

—¿De qué poder hablas exactamente? Porque si te refieres al que te da la sociedad de la que te rodeas y la iglesia a la cual asistes, desde ya te digo que no le temo a eso —aseguré y sus ojos se desorbitaron al descubrir que sabía más de lo que él imaginaba.

—Necesito que salgamos ya de aquí, cariño —demandó Michael con voz dura y asentí.

—Te arrepentirás de esto —escupió con rabia ese malnacido.

—De nuevo, señor Lupin. Solo eres un mediocre que come santos y caga diablos y tipos así me hacen los mandados.

—¡Hija de pu...!

—Das un paso más y te arrepentirás de haber nacido, Lupin. Porque créeme que no serán diablos los que cagarás —le advirtió Michael poniendo el arma en la frente de ese imbécil.