Cachorrita

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[Capítulo 31]

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[Capítulo 31]


{Abby}

Dejé de pensar en las palabras de Micky en el instante en el que entramos a la zona acordada donde dejaríamos la motocicleta. Aiden y Sadashi irían en nuestro grupo junto a otros miembros de La Orden, y la adrenalina que me atacó me hizo temblar el cuerpo completo. Era como si mi sistema me suplicara por entrar en acción y mi cerebro me detuviera esperando el momento indicado.

Comencé a tiritar sin poder contenerme cuando Aiden hizo una seña con la mano a los demás y nos escondimos detrás de los árboles.

—¿Tienes frío? —susurró Micky y negué.

La noche era fría, pero no le echaría la culpa al tiempo, ya que no era eso lo que me estaba haciendo temblar.

La frialdad que me embargó en ese instante venía desde mi interior, una sensación extraña que nunca sentí antes. Era como la necesidad de gritar para liberarme, o incluso llorar. Comencé a temblar incluso más cuando él lo notó y me maldije por eso, puesto que no quería parecer débil.

A las doce en punto —dijo mi hermano y lo escuché por el pinganillo en mi oreja.

Miré hacia donde indicó y junto a Michael comprobamos que cerca de nosotros iba un tipo de los que custodiaba la zona. El frío interior creció tanto en mí, que sentí ganas de llorar cuando se acumuló en mi pecho.

—Déjamelo, por favor —supliqué a mi hermano y a todos lo que me escuchaban.

Aiden me miró y negó. No lográbamos ver nuestras expresiones gracias a la oscuridad que solo nos permitía ser conscientes de lo necesario, pero nuestra conexión de hermanos me hizo saber que se negaba más por miedo que por otra cosa.

—Lo necesita, yo la cubro —dijo Micky.

Para ese instante ya había guardado mi arma y cogido dos puñales en su lugar, los apreté con fuerza entre mis manos y presioné mis molares sintiendo una tensión en la mandíbula que me estaba incomodando demasiado.

Con cuidado, Abigail y sé silenciosa —pidió Aiden. Mi cerebro dio la orden entonces y mi corazón se aceleró. Miré hacia todos lados para percatarme de que el tipo fuera solo y contuve las ganas de gritar a la hora de correr porque no me arriesgaría a descubrir a los demás.

Lo sorprendí cuando estuve a cinco pasos, en el instante que lancé los puñales hasta clavarlos por sus pies, él creyó que había fallado, pero en realidad lo único que buscaba era distraerlo para poder apoyarme en mis manos sobre el suelo y así saltar y enganchar las piernas en su cuello. Gruñí tratando de no emitir sonido que alertara a los demás en el instante que caímos en la tierra, la llave que hice en su cuello no le permitió gritar y, aunque trató de defenderse alcanzando uno de mis puñales, solo me facilitó el trabajo, puesto que estuve lista a desviar su mano hasta su pecho obligándolo apuñalarse a sí mismo.

Abigail (Orgullo Blanco 5) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora