PRIMERO

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Iba tarde. Como siempre. Como todos los días. Desde que había quedado en el turno matutino de la universidad. Lo respaldan tres años de impuntualidad.

Jungkook era un horrible madrugador. Despertar temprano le causaba repele, náuseas y un terrible salpullido en la piel. Todo aquello le recordaba lo feliz que fue en la preparatoria, cuando asistía en la tarde. Aunque había prometido, a quien sabe quien, ponerse en forma y prepararse para levantarse temprano de aquí en adelante. Pero no lo logró, como siempre, como cada año nuevo que iniciaba.

—Mierda—. Se quejó cuando su pie golpeó con la pata de la cama, mientras brincaba de aquí para allá queriendo ponerse sus pantalones rotos color negro.

Una vez terminó de vestirse, colgó su mochila al hombro y salió corriendo de la habitación. Bajó las escaleras de la residencia con prisa, tropezando más de una vez en el transcurso de. Empujó la puerta principal con fuerza, cegándose un poco por la luz del sol. Eran apenas poco menos de las siete y media pero el sol ya estaba imponente como pocas veces.

Caminó a paso apresurado, en su mente corría la leve esperanza de llegar a tiempo a la primera clase. Pero la esperanza se le cayó a los pies cuando vio la parada de autobús abarrotada de gente y, desilusionado, observó como su bus se llenaba, cerrándole las puertas en la cara.

Suspiró irritado. La mayoría de sus mañanas siempre eran así.

Se sentó en la banca más cercana, observando el cielo con el más mínimo interés. En su cabeza pasó la idea de irse a pie hasta la universidad pero una suave melodía interrumpió sus pensamientos.

Se levantó y caminó despacio, no tenía prisa de nada ya, en dirección al sonido. Se encontró con un joven; con el mismo joven de siempre, aquel que  siempre va vestido con mucha ropa encima, demasiado grande para él. Sosteniendo su típico cuaderno, grande, con hojas blancas, garabateadas por sus manos cuando trazaba líneas con el lápiz.

Estaba cantando, ese era el suave sonido que había escuchado a lo lejos. Parecía el trinido de un pajarillo; un poco más grave pero sin duda era encantador. Tanto que se sentía hipnotizado andando hacia él.

No parecía ser un artista callejero, a pesar de que mucha gente se detenía en su rápida marcha para llegar a donde sea para escucharlo cantar. Otros tantos buscaban algún bote o alguna gorra en el piso para lanzar unas cuantas monedas pero, al no encontrar ninguna, se retiraban.

Sí, no era un artista común.

—¿Vas a hablarme o te quedarás ahí embobado todo el tiempo?

Su voz lo tomó desprevenido, causando que se pusiera terriblemente rígido, en una posición de soldado muy extraña. Las mejillas se le colorearon de rojo por la vergüenza.

—P-Perdón... Ah... Lo siento... No era mi intención...— Las manos comenzaron a sudarle y tropezó de forma torpe con sus pies.

El joven artista soltó una suave risa, profunda, que le causó un extraño estremecimiento que recorrió sus vértebras. Hizo una reverencia en señal de disculpa, ya que juraba que era mayor que él.

—Vamos, tranquilo, no soy tan mayor—. Señaló con una mano el espacio junto a él en la banca. — Creo que deberías tomar asiento, quién sabe cuándo pasará el siguiente autobús. Últimamente se retrasan muchísimo.

Aún temeroso, y sin decir nada, se sentó a su lado. Rígido, de nuevo, en una posición demasiado recta para su propio bien.

—No muerdo, si ese es tu temor.— Su chiste lo sorprendió, coloreándole las mejillas de nuevo. Realmente no sabía tratar con chicos como él.— Y... vas a decirme cuál es tu nombre.

—Jeon... Jungkook...

El extraño sonrió.

—Bueno, un gusto Jungkookie, soy Kim Taehyung.— Volvió la mirada con el extraño, por el rabillo del ojo observó su mano extendida hacia él. Por educación respondió al saludo, pero lo que realmente quería era irse de ahí.

—Un gus...— Cuando sus ojos viajaron a la cara del joven, enmudeció. Juraba jamás en la vida a ver visto tales ojos, tales labios, tal rostro tan... bello. Tragó saliva tan fuerte que estaba seguro de que su acompañante lo habría escuchado. — ...to.

Taehyung sonrió de nuevo pero esta vez se veían todos sus dientes. Blancos, cuadrados, lo más cercanos a la perfección. Y Jungkook se desvaneció, se convirtió en líquido. Como agua de río, se sintió arrastrado por la fuerte corriente. Y la corriente era él.

Y así fue como Jeon Jungkook conoció a Kim Taehyung.

Un día de diciembre. Con un fuerte frío. En aquella banca helada. A la vuelta de la esquina.

JUST AROUND THE CORNER [KOOKTAE][+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora