QUINTO

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Jungkook había comprado boletos para el cine. Una película muy buena que venían anunciando desde hace tiempo y tenía muy buenas críticas. Taehyung accedió gustoso.

En el transcurso de su casa al cine, charlaron. Se dieron cuenta que compartían gustos similares: ambos les encantaba el cine, las fotografías y hacer cortometrajes. Jungkook, con mucha vergüenza, mostró algunos cuantos de ellos que había subido a Youtube. Y, como no, Taehyung quedó fascinado. Halagando por todo el talento que tenía y que no había cosa alguna que no hiciera bien.

Sí. Definitivamente su Jungkook era un estuche de monerías.

Su Jungkook.

Los colores se le subieron al rostro cuando se dio cuenta de ello.

Hyung, ¿estás bien?— Preguntó Jungkook, buscando enfocar su mirada.— Te pusiste rojo de una, ¿tienes fiebre?

Hizo el ademán de acercar la mano a la frente pero el pelirrojo se alejó. No creía que pudiera continuar con la compostura si se le acercaba un poco más.

—Estoy bien, tranquilo. Vamos a ver la película.

Y corrió desesperado dentro del cine, dejando a Jungkook desconcertado.

Fueron a la tienda de snacks para comprar unas palomitas, refrescos y uno que otro dulce, ya que a Tae le gustaban muchísimo los dulces. Después se encaminaron a su destino a disfrutar la película. Y vaya que la disfrutaron, fue mejor de lo que esperaban.

Cuando el tiempo de las películas acabó y la noche ya estaba cayendo, Jungkook llevó a Taehyung a un lugar de lo más vivo y alegre. Como él. Era un parque, lleno de puestos de comida y juegos. Abarrotado de gente divirtiéndose de aquí para allá. Y Taehyung parecía estar encantado con todo.

Veía a Jungkook cada tanto, con unos ojos brillando de emoción por estar rodeado de tanta vida y color. El menor sólo sonreía, siguiéndolo de aquí para allá mientras el mayor saltaba de puesto en puesto, probando todo lo que se le antojaba.

El pecho de Jungkook comenzaba a sentirse caliente. Una calidez tan grande que viajaba hasta las puntas de los dedos de los pies. Se sentía feliz pero al mismo tiempo se asustaba; todo estaba yendo tan rápido y estaba resultando tan bien que era imposible no ser negativo.

—Ey—, Tae lo llamó, sacándolo de sus pensamientos.— ¿Quieres acompañarme a un juego?

Le sonrió. Amplio. Bello. De una manera que logró que todas sus inseguridades se esfumaran.

—Suena bien.

Taehyung asintió. Tanteó un poco el terreno, pidiendo permiso con la mirada de poder unir sus manos para caminar. Jungkook pareció no molestarle cuando las yemas de sus dedos le rozaron la palma y tampoco lo pareció cuando silenciosamente deslizó el resto de su mano hasta entrelazar sus dedos.

Tomar la mano de Jungkook era como tomar un ser vivo nuevo. Suave, pequeño y de latidos acelerados. Como un lindo cachorro que apenas empezaba a crecer, curioseando de aquí para allá.

En definitiva, Jungkook se estaba llevando todas sus nuevas experiencias.

Después de pasearse de aquí para allá, de subirse en todos los juegos, desde los más grandes hasta los más chicos, decidieron tomar un descanso para comer algo en una de las bancas cercanas.

Respiraban agitados cuando la camarera se acercó a tomarles el pedido. Una camarera tan linda que no tardó en hacerle ojitos a Taehyung.

Era algo que había estado notando. Como su hyung se había cambiado el color de cabello a uno más exótico y poco discreto, mucha gente mantenía su mirada fija en él por mucho tiempo o muchos otros curiosos volvían dos veces la mirada para estar seguros de lo que estaban viendo. No le enojaba, pero sí sentía una espinita en el pecho porque nadie podía negar lo guapísimo que era el chico frente a él.

Se levantó como quien no quiere la cosa de su asiento y fue a sentarse a un lado del mayor. El pelirrojo lo observaba extrañado y le extrañó más cuando pasó el brazo por detrás de su espalda.

—¿Y a ti qué te pasa ahora?—Preguntó con una ceja alzada y una expresión divertida.

El azabache se encogió de hombros ligeramente para después comenzar a pasear uno de sus dedos por la espalda del mayor. Sintió como este se estremecía a través de la gabardina.

—Estaba pensando que, de verdad, llamas mucho la atención con tu bonito cabello rojo.

El brillo en los ojos de Taehyung perdió un poco de intensidad, obligándolo a apartar la mirada de Jungkook. El menor sabía que aquel comentario le dolía pero iba a compensarlo.

—Aún sigue en pie la propuesta de ponerme el gorro, por si te incomoda.

El azabache negó, con una sonrisa de medio lado.

—No es eso, es sólo que...—Sus dedos se perdieron entre los mechones de su nuca, acariciando suavemente, sin ser consciente de las reacciones que provocaba en el mayor. Bueno, sí era consciente pero le gustaba mucho jugar con él.— Es sólo que tantas miradas, me ponen un poco celoso...

El susurró en la oreja de Taehyung se sintió fuerte y claro. Viajando por los caminos de sus terminaciones nerviosas, despertando todas a su paso hasta erizarle los vellos del cuerpo.

Se agarró a la mesa con fuerza porque sentía que se iba a caer. Incluso cuando estaba sentado.

—Te odio—. Dijo entre dientes, cubriéndose el rostro, que tomaba casi el mismo color de su cabello.

Jungkook se carcajeo, haciendo estragos a Taehyung.

—¡Por supuesto que no!









La cita había sido... Maravillosa.

Taehyung estallaba en carcajadas por algo que Jungkook había dicho mientras subían las escaleras hacia el departamento del mayor. Jungkook comenzaba a pensar que ese dulce sonido se estaba convirtiendo en su favorito.

Cada vez que lo miraba, sentía una extraña presión en el pecho. Ya fuera por sus acaneladas mejillas, sus exóticos ojos rasgados, sus curiosos lunares o esa suave boca que se veía tan apetecible cada vez que sus ojos se posaban en ella. Y eso sin contar su peculiar personalidad.

Llegaron al piso correcto, parándose ambos frente a la puerta del castaño sin saber muy bien qué hacer. Tae juntaba sus miradas pero a los segundos las separaba. El roce de sus dedos en su chaqueta negra, fingiendo quitar una pelusa inexistente hizo que su corazón se detuviera.

—¿Te gustaría pasar un rato?— Ahora sus dedos jugaron con un cierre decorativo, subiendo y bajando, mientras Jungkook sentía que en cualquier momento el corazón saldría corriendo de su pecho.

No se va a justificar diciendo que era un chico que no hacía nada en las primeras citas, porque sí lo hacía. Y vaya que sí lo hacía. Pero con Taehyung era diferente. Quería llevar las cosas tranquilas, ir poco a poco, paso a paso. Pero aquel hermoso hombre no se lo estaba dejando fácil y menos con esa peligrosa mirada de cachorro que le lanzaba.

—¿No quieres?— Jungkook tragó saliva con fuerza, sintiendo como sus mejillas se calentaban. Tae soltó una suave risita.— Tranquilo Kookie, no muerdo.

Y ese era el problema: que Jungkook quería que lo mordiera. Que lo comiera entero. Pieza por pieza y muy lento.

Suspiró.

Pero al final accedió. 

JUST AROUND THE CORNER [KOOKTAE][+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora