Epílogo

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5 años después...

— No debes llorar, ¿Bueno princesa? — vió a la niña negar con los ojitos cerrados desde el asiento trasero — habrán más niños y niñas de tu edad para que puedas jugar, te vas a entretener mucho.

Estacionó el vehículo cerca de la guardería en la que asistiría la pequeña Somin. Minho se bajó del vehículo y le abrió la puerta ayudando a la niña a desabrochar su cinturón de seguridad para sacarla de la silla. Con ella en brazos caminó hasta la puerta principal, agachándose para dejarla en el piso.

— Pórtate bien — dijo el chico, mirando a la pequeña mientras acariciaba su mejilla — si algún niño te molesta, dile a la profesora ¿Bueno? — Somin asintió — y si te siguen molestando, lo golpeas — hizo un gesto de puño con su mano.

Escuchó un carraspeo de garganta, alzó la vista encontrándose con la profesora de Somin, era bastante joven, probablemente tenía la misma edad que él.

— Hola — saludó el chico.

— ¿Es su hermana? — preguntó la chica.

— No, es mi hija.

— Entonces como el padre, debería saber que en nuestra guardería no aceptamos ese tipo de comportamiento — hizo una pausa — y en ninguna otra.

— Lo siento, ella no golpeará a nadie ¿Verdad princesa? — la alzó en brazos, siendo rodeado por el cuello con los brazos de la niña.

— No papi.

— Muy bien — dejó un beso en la frente de Somin — vé con la maestra, debes ir a clases.

Se agachó nuevamente para dejarla en el piso, acunando su rostro con sus manos.

— Papi ¿Por qué lloras? — cuestionó la niña.

— No estoy llorando, e-estoy sudando por los ojos.

La pequeña besó la mejilla de su padre y corrió hasta el lado de la profesora para tomar su mano, despidiéndose con su mano libre de su progenitor. Minho, por otro lado, agitó su mano en despedida, dándose media vuelta para volver al vehículo antes de que la niña lo viera llorar aún más. Al subir al auto, secó sus lágrimas con un pañuelo y, apoyándose del respaldo del asiento, suspiró.

— Nuestra pequeña está creciendo rápido ¿No? — habló, mirando una fotografía de Soyoon que tenía en el auto.

Hizo partir el vehículo, comenzando a conducir por las calles con moderación. Se detuvo en una florería, compró un arreglo y luego fue al cementerio para dejar las flores favoritas de Soyoon en su tumba.

— Te dije que vendría a verte cuando Somin entrara a la guardería — sonrió levemente, con un aire de tristeza —. Protegela y cuídala muy bien cuando yo no estoy junto a ella, por favor... No quiero que la molesten sus compañeros o que le pase algo, es lo único que me queda de tí, Yoonie.

Se quedó mirando la lápida por unos minutos, sintiendo un dolor en su pecho al recordar todos los momentos felices que habían vivido. Soyoon tuvo un embarazo complicado, sentía constantemente dolores a causa de la leucemia y del embarazo. Por un momento Minho pensó que las iba a perder a las dos, pero lograron estabilizar a la chica y salvar a la pequeña Somin. Cuando la niña nació, eso trajo la alegría a su hogar. Acorde pasaban los meses la veían crecer y cualquiera que los mirara decía que eran una linda familia.

Ahora Soyoon llevaba poco más de tres años muerta. Su leucemia luego de tener a Somin empeoró, tenía que asistir a quimioterapia y recibir transfusiones de sangre constantemente, lo que el cansancio de todo aquello la terminó agotando y apagando. Minho no la dejó sola en ningún momento y cayó en una depresión luego de su pérdida, pero hace bastante tiempo había dejado de tomar las pastillas, ya que se prometió a sí mismo y a Soyoon el salir adelante sin necesidad de medicamentos.

La chica aparecía en sus sueños y le decía constantemente que debía rehacer su vida, encontrar a otra mujer que pudiera amarlo tanto como ella y que pudiera amar y cuidar a Somin. Eso también se lo había dicho antes de morir, no quería que Minho quedara estancado en aquella etapa de su vida.

Se fue al trabajo después de estar unos minutos en el cementerio, había comprado un edificio para administrar todas sus posesiones desde allí. No pudo terminar sus estudios debido a que tenía que cuidar de su hija, pero era tan inteligente que no le costó nada comenzar a trabajar administrando todos sus negocios. Al término de su jornada, que era solo medio día, fue en busca de la pequeña a la guardería. Al llegar al lugar, entró al recinto y a lo lejos vió a la niña soltarse de la mano de su profesora para correr hacia él, viendo como sus coletas se movían de un lado a otro al igual que su pequeña mochila. La alzó en brazos con una gran sonrisa, dejando un beso en su frente y sintiendo los brazos de la pequeña rodear su cuello.

— Hola tesorito ¿Te portaste bien?

— Sí, papi — respondió la niña — ¡Hice un dibujo! Lo tiene la miss.

Minho miró a la mujer, viendo como caminaba hacia ellos con una hoja en sus manos. Le entregó el dibujo y lo miró.

— Ese eres tú, esa soy yo — apuntaba la niña con el dedo — y esa es mami que nos cuida — apuntó el dibujo, sintiendo sus ojos llorosos al notar que le había puesto alas como si fuera un angelito — ¿Te gusta?

Minho se quedó en silencio por unos segundos, mirando el dibujo y sonriendo leve, dándole un leve vistazo a la maestra de su hija que aún estaba frente a ellos sin decir nada.

— Sí, lo pondremos en el refrigerador.

— ¡Sí! — chilló — ¿Podemos ir a comer helado?

El pelinegro entrecerró los ojos y luego asintió.

— Está bien, pero solo uno — advirtió.

— ¿Podemos invitar a la miss? — juntó sus manitos en modo de súplica. Se veía adorable.

— N-no creo que la miss quiera ir con nosotros ¿Verdad? — Minho la miró dudoso, la actitud de la niña lo había dejado confundido.

La castaña los miró igual de confundida que él.

— No es correcto que salga con ustedes, pequeña — le respondió a la niña con un tono de voz calmado y amable.

— Por favor — ahora juntó sus manitos en dirección a ella mientras ponía cara de perrito abandonado.

Dió un suspiro ¿Quién no podría resistirse a esa carita tan adorable?

— ¿Tu padre está de acuerdo?

Le regaló una mirada al chico como esperando su aprobación.

— Por mí no hay problema — respondió.

— Está bien, denme cinco minutos para ir por mis cosas.

Sonrió levemente dándose media vuelta para entrar a la guardería. Minho la ponía nerviosa, es que era cariñoso con la niña, apuesto y el hecho de que llevara traje lo hacía lucir como un verdadero dios griego.

Minho por otro lado, se encontraba nervioso. Desde la muerte de Soyoon no salía con alguna chica, a menos que fuera por algo sumamente laboral, así que no sabía como actuar o que decir. Al cabo de unos minutos la castaña salió para reunirse con ellos, debía de admitir que era bonita.

— ¿Estás lista? — la chica asintió, siguiéndolos hasta el auto.

Minho le abrió la puerta de copiloto con su mano libre para que subiera, luego la cerró y fue hasta el asiento trasero para dejar a Somin en su silla, le puso el cinturón, cerró la puerta y por fin subió al auto.

— Es usted muy atento señor Lee...

— Mi nombre es Minho, por favor dime así.

— Bien Minho, soy Gayoung — se dedicaron una leve sonrisa y el chico hizo partir el vehículo.

— ¡Sí! — la niña levantó los brazos — ¡Helado!

skzhellevator | NEMESIS

𝐕𝐎𝐈𝐂𝐄𝐒 [𝐋𝐞𝐞 𝐌𝐢𝐧𝐡𝐨- 𝐬𝐤𝐳]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora