— ¡Minho! — llamó Soyoon desde la sala.
El nombrado llegó corriendo a donde ella se encontraba con un trapero y un balde en la mano.
— ¿Qué pasa? — dijo preocupado, soltando los objetos que tenía en sus manos para acercarse a ella.
— Quiero chocolate ¿Puedes ir a comprar? — respondió la chica mientras sobaba su pancita de casi nueve meses, ya que faltaban tres días para que la bebé naciera.
— Hay en la despensa, te traeré.
— No — se quejó —... Yo quiero chocolate blanco — Soyoon hizo un leve puchero con sus labios.
El pelinegro ladeó levemente la cabeza, regalándole una sonrisa a su novia para luego asentir, sacándose el delantal de cocina que traía puesto. Durante los últimos meses de gestación, se preocupó de trabajar en casa para poder cuidar bien de su chica y de su hija. Se preocupaba de asear el penthouse, de cocinar, de ayudar a Soyoon en todo lo que necesitara, aquello lo tenía algo colapsado debido a todas las cosas que debía hacer durante el día, pero no le importaba para nada con tal de que su pequeña familia estuviera bien.
Había ido a buscar su billetera y celular, dejando un beso en los labios de su novia antes de dirigirse a la salida.
— Minho...
— Vuelvo enseguida.
— Minho, ya viene — la chica abrió los ojos asustada.
— ¿Quién viene? — cuestionó el otro, completamente confundido.
— ¡Tu hija, idiota! — la fuente se había roto, empapando el piso de la sala.
— ¡Vírgen Santísima! — corrió a la habitación a buscar el bolso con las cosas de la bebé, volvió con Soyoon y la ayudó a levantarse para guiarla hasta el ascensor — No salgas aún, pequeña, por favor...
Sonó casi como súplica, maldiciendo en su interior ya que el ascensor tardaba demasiado en llegar al primer piso. Una vez allí, salieron y fueron al auto del pelinegro, quién no tardó en conducir a toda velocidad hacia el hospital. Soyoon estaba roja y gemía de dolor ya que pensaba que en cualquier momento daría a luz en el auto.
— ¡Apúrate! — exclamó, cerrando sus ojos y ahogando un grito de dolor.
— Tranquila, respira, voy lo más rápido que puedo.
En pocos minutos llegaron al hospital, Minho corrió a pedir ayuda y una enfermera no tardó en socorrerlo llevando una silla de ruedas para Soyoon. Minho iba al lado de su chica sosteniendo su mano, sintiendo como la contraria la apretaba con fuerza. Hizo una mueca de dolor ya que pensaba que en cualquier momento le arrancaría la mano.
Entraron al pabellón y la enfermera detuvo a Minho.
— ¿Es el padre del bebé? Acompáñeme — dijo, llevándolo a una habitación para entregarle los implementos —. Debe ponerse eso para entrar al pabellón.
Lo dejó solo y el chico no demoró mucho tiempo en ponerse la bata de hospital, la cofia, la mascarilla y los guantes. Una vez listo salió con el bolso en su mano para ir con la enfermera, quién lo llevó hasta la sala donde Soyoon se encontraba ya lista para traer al mundo a su hija. Dejó el bolso en una silla y se acercó a ella para tomar su mano, sentía como el sudor en su frente comenzaba a empapar su rostro debido al nerviosismo que le generaba ver tanta gente alrededor de su chica, todos hablando y haciendo sus actividades rápido para poder atender a Soyoon lo antes posible. La castaña soltó un grito desgarrador, algo que puso a Minho en alerta pensando que algo había salido mal. Su mano era cada vez apretada con más fuerza y él solo podía acariciar el dorso con su pulgar en busca de tranquilizar o calmar a la chica.
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𝐕𝐎𝐈𝐂𝐄𝐒 [𝐋𝐞𝐞 𝐌𝐢𝐧𝐡𝐨- 𝐬𝐤𝐳]
Fanfiction¿𝗖ó𝗺𝗼 𝘀𝗲 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿í𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗳𝗲𝗹𝗶𝘇? 𝗔𝗹𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗯𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗮 𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗲 𝗷𝗼𝘃𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗻 𝗰𝗮𝗽𝘂𝗰𝗵𝗮. 𝗗𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗰í𝗮 𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗮ñ𝗼𝘀 𝘀𝗲 𝗽𝗿𝗲𝗴𝘂𝗻𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗹𝗼 𝗺𝗶...