Capitulo 25

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Por fin Namjoon había llegado a su casa después de varios días durmiendo donde Seokjin y sigilosamente subió hasta su habitación.

Se sacó el uniforme y se vistió con un pantalón deportivo gris y una sudadera negra, no quería usar pijama, temiendo que su padre lo sacara en medio de la noche y tuviera que buscar refugio en la casa de Jimin. Después de todo no era algo que no hubiera pasado antes.

Leyó algunas páginas de un libro y al ver que no podía concentrarse comenzó a escribir en una libreta, le gustaba perderse en la palabras, desechar sus sentimientos en un papel sin un orden lógico, escribir solo por el simple hecho de dejar vacía su cabeza. No eran poemas, no eran historias, simplemente eran frases al azar o gritos de auxilio.

Poco a poco el cansancio fue ganando y los ojos le comenzaron a pesar, la libreta quedó apoyada sobre su estómago y el lápiz cayó de la mano que tenía estirada casi rozando el suelo. Imágenes de policías, tribunales y unos preciosos labios abultados se peleaban en su subconsciente en un sueño sin un orden en concreto, pero de pronto todo en su cabeza se quedó en negro y un fuerte empujón lo trajo de vuelta a la realidad. ¡Oh no! Fue lo primero que pensó su adormilado cerebro cuando su padre se alzaba sobre él con los ojos rojos y el aliento apestando a Bourbon. Y si el señor Kim daba miedo cuando estaba sobrio, con un poco de alcohol encima era un maniaco.

-¡Levántate pedazo de mierda! ¡¿Como es eso de que te acostabas con un profesor?!

Y la primera cachetada llegó.

-¡un hombre! ¡Maldito asqueroso!

Un puñetazo.

-¡No eres mi hijo! ¡Prefiero un hijo muerto que un hijo maricon!

Y otro más.

Cuando el hombre tomó lo primero que encontró para golpear a su hijo, que era un trofeo de primer lugar en un concurso de matemáticas. Namjoon no lo soportó más, no tenía nada que perder y alzándose sobre su papá con unos cinco centímetros de diferencia, le tomó la muñeca y aplicó la fuerza suficiente para que el hombre soltara el objeto.

-No. Me. Vuelvas. A. Tocar. En. Tu. Maldita, Vida

Y el pánico se reflejó en los ojos del mayor, porque sabía que su hijo no solo era más alto, si no que más fuerte también. Pero también era bondadoso, Namjoon jamás quería convertirse en alguien tan horrible como su padre así que simplemente le dió un empujón y comenzó a guardar algunas cosas en una mochila ante la mira atónita del mayor.

Le dió una última mirada a ese intento de ser humano al que se supone debía llamar padre y simplemente negó, no había nada que pudiera decirle, nada podría hacer que ese hombre de pronto comenzara a amarlo y a cuidarlo como no hizo en sus anteriores 18 años, si bien nunca le faltó nada material, le faltó cariño, comprensión y le sobraron los gritos, las exigencias y los golpes.

Caminó los 15 minutos que demoraba en llegar a la casa de Jimin, en tanto las lágrimas empañaban sus ojos y apenas le dejaban ver la vereda, pero rápidamente secaba su rostro con la manga de su sudadera.

En cuanto llegó a la casa de Jimin le marcó al teléfono y el más bajito no demoró ni dos minutos en bajar corriendo y salir aún en su pijama.

-¡¡Namjoon!! Tu cara ... - Jimin llevó sus manos a la cabeza de su amigo y con cuidado fue moviéndola de lado a lado para examinar el rostro golpeado.

-Ya no duele Jiminie, pero me preguntaba ¿puedo quedarme? - habló el castaño tímidamente.

-Eso no se pregunta, vamos grandulón, adentro.

Enséñame lo prohibido [NAMJIN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora