diez: we are fucked

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- Estoy jodida. —Dijo Hailey restregando su cabezo

- ¿Que pasa? —Preguntó Ander mirando con pena a Hailey

- Ya lo sabe, Ander, mi papá ya lo sabe. —Contestó comenzando a temblar— Ya estoy muerta.

- ¿Pasa algo con tu padre, Hailey? —Preguntó Azucena acercándose a la aterrada chica

- Yo me tengo que ir. —Dijo Hailey tomando su mochila, ignorando así a Azucena— Me cojo el riesgo de llegar tarde y que sea todo peor.

- ¿Quieres que vaya contigo? —Preguntó Ander siguiendo a Hailey a la puerta

- Ni se te ocurra. —Contestó volteando rápidamente hacia el chico, quedando a centímetros de sus labios— No me perdonaría si te hiciese algo a ti.

- No entiendo nada, Hailey. —Dijo tomando de los brazos— ¿Que tan grave puede hacer tu papá?

- Créeme, mucho. —Contestó con miedo— Te explicaré todo pero, ahora no, déjame ir, por favor.

La chica salió de un golpe, dejando a Ander con más preguntas de lo habitual. Dirigió su mirada a su madre, Azucena, quien había quedado igual de anonadada que el. Pero este no tenia ni fuerzas para continuar con la discusión, así que se limitó a mirar con mala cara a su madre y se encerró en su cuarto por lo que quedaba de tarde.

Mientras, Hailey ya se acercaba a su casa. Había pasado mucho tiempo en el cual aterraba la llegada a su casa. Sentía un frío en sus manos, un temblor en sus piernas y manos, su respiración no podía controlarse.

Se bajó del carro y comenzó a entrar a su casa. Al abrir la puerta, se encontró de frente con el mismísimo diablo, con su padre. Este la tomo del brazo, con mucha fuerza, y la golpeó directamente en la cara. Y con ese golpe no le bastó, siguió haciéndolo hasta que la chica comenzase a botar sangre. La dejó caer al suelo, y este se sentó en el sofá cercano a la entrada.

- En tu cuarto había cinco paquetes, cinco. —Dijo Gustavo sacando los paquetes de porros, analizándolos— Dame una buena razón para que no te tenga que hacer nada.

- No te tengo que dar explicaciones ni justificaciones. —Contestó Hailey llevando su mano a su cachete, el cual estaba rojo

- Ten cuidado como me hablas, Hailey. —Dijo acercándose a la chica, tomándola de la barbilla— Te recuerdo que soy tu padre, y aún que te guste o no, tengo el control de la casa.

- Serás mi padre, pero no eres mi dueño. —Contestó sin mirar a los ojos a Gustavo— Tendrás el control de esta casa según tú, pero no tienes control de mi vida.

- ¡Silencio! —Gritó golpeando nuevamente a la chica, dejándola en el suelo— ¿Ya ves porque me gusta que te juntes con Carlos? Porque tus amiguetes solo te ponen en mi contra.

- ¡Hailey! —Gritó Eduardo, detrás de el venia Esteban

- Se me escapo de las manos. —Explicó Esteban intentando agarrar a Eduardo

- Me tienen hasta los cojones ambos. —Gritó tomando a Eduardo del brazo, tirándolo hacia Hailey— ¡Quietos ya! —Gritó sacando una pistola que llevaba escondida debajo de su ropa

- No te muevas. —Pidió Eduardo sosteniendo a Hailey

-Saben, voy a aprovechar esto para darles una noticia. —Dijo Gustavo mientras reía— Adivinen, quienes serán lo primeros empleados del nuevo burdel. ¡Ustedes! —Dijo y se puso al nivel de los chicos, pasando la pistola por la barbilla de Hailey— Si ambos hubiesen seguido la reglas, me hubiesen escuchado y si... no hubiesen prendido fuego, esto no pasaría.

MURDER | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora