thirty: unbelievable

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Eran las seis de la tarde, el sol empezaba a caer, el cielo se tornaba color naranja junto a las nubes. Era cálido todavía, faltaban algunas horas para que el fresco de la noche comenzase a sentirse. Hailey y Ander caminaban de las manos por el pueblo, mirando con detalle cada cosa suficiente a la que mirar. Tiendas, locales pequeños, personas, carros, motoras, cosas dignas de mirar. El hecho de que pudiesen salir, y que no tuviesen que ocultar su verdadera relación les daba un aire de libertad. Por fin no había que tener una máscara ante la gente por precaución a ser descubiertos por Carlos o Nicholas, o ser los causantes de un daño grande para Ernesto. Aunque, para el pecoso, el daño ya estaba hecho.

- Desde que te cogí la mano no dejas de sonreír. —Notó Hailey volteando a ver al castaño, quien llevaba una sonrisa de oreja a oreja— ¿Que ocurre?

- No sabes, cuánto, desee poder hacer esto. —Recalcó mientras se detenía, para ponerse de frente a Hailey— Te amaba demasiado como para esconderme detrás de una pared, y ahora que no hay nadie, me siento libre de poder decir que te amo.

- ¿Como estoy segura que no le has dicho algo remotamente parecido a otra chica? —Río mientras bajaba su mirada, sus mejillas estaban algo rosadas, y eso ponía un poco de vergüenza en la castaña— Seguro no seré la primera.

- No, no eres la primera a la que le digo te amo. —Aceptó llevando ligeramente sus manos al cuello de Hailey— Pero eres a la primera que se lo digo de verdad.

- No sabía lo tierno que podías llegar a ser. —Río mientras dejaba un beso rápido en los labios de Ander— Es raro verte tan así.

- Lo guarde, para ti.

- Eso si que no lo creo. —Río con fuerza— Pero lo que tú digas.

AL DÍA SIGUIENTE.
- ¿Sabias que Marina a metido en problemas a Omar y a Nadia? —Preguntó Hailey mientras esperaba que Ander terminase de guardar unas cosas en su casillero— Todo por salvarse ella.

- ¿Que consiguió con eso? —Preguntó cerrando el casillero, para luego tomar un papel que sostenía Hailey, era su repaso del examen— ¿Que no dijesen que llevaba droga?

- Eso, y la beca. —Contestó cruzando sus brazos— La muy lista soborno a Martín, y ahora se lleva la beca por la que Nadia a luchado por conseguir. Ya era suficiente con la competencia de Lu, para que no sirviese de nada.

- ¿No defiendes a Marina ya? —Preguntó sarcásticamente, esas dos eran amigas del alma, por más broncas que tuviesen

- La defiendo, pero hay veces que toma esas decisiones que son egoístas. —Contestó dando un suspiro— Pero, mi amor de hermana hacia ella no me deja odiarla por mucho. Aunque lo que más tenga ganas es de darle una buena paliza por hacerle eso a Nadia.

- ¿Y Lu? —Rio, amaba molestar a la castaña— Ella es tu amiga también. 

- No la merece, tonto. Si a esa le sobra el dinero, que pague la universidad.

La pareja entró al salón, encontrándose con los ánimos un poco calientes. Era como si todos supiesen lo de Nadia, no solo la beca, si no el daño que le había hecho a Nadia y a su hermano. Algunos la miraban con cierto rencor, otros simplemente hacían como si no existiesen. Al Ander y Hailey pasar por su lado, ambos golpeando la mesa, haciéndole saber a la pelirroja que sabían lo que estaba pasando. Así no abría forma de que esta intentase hacer que no pasaba nada. Ambos se sentaron juntos en la parte de atrás, continuaban haciéndose preguntas sobre el examen. Querían salir bien en el mismo, llevaban semanas estudiando.

Empezó el examen, al Hailey comenzar a ver las páginas, sabía que tenia una buena nota asegurada. Cruzo las miradas rápidamente Econ Ander, ambos, estaban seguros de esas notas. Comenzaron a contestar con agilidad, seguros. Tenían ese examen la palma de su mano, gracias al tiempo que tuvieron de estudio.

- Ya. —Dijo Marina entregando el examen a Martín

- ¿Ya estás? —Preguntó inseguro, no habían pasado ni cinco minutos de entregar el examen— ¿Seguro?

- Si. —Contestó dando media vuelta, saliendo del salón

- Chicos, continuad con vuestros exámenes. En silencio, y que no se mueva ni una mosca, por favor. —Advirtió— ¡Marina!

Martín salió detrás de la pelirroja, sin saber a ciencia de que se trataba el papel que estaba montando Marina al entregar el examen sin haberlo contestado por completo, estaba muy confundido. La siguió fuera del salón, y aunque intentó ser discreto, se escuchaba todo dentro del salón. Comenzaron a haber murmuros, sobre lo que estuviese pasando allá fuera. Al pasar unos minutos, Samuel se levantó de asiento y salió a ver que pasaba con Marina. Dejando con intriga a todos, hasta los más atentos al examen. Comenzaron a escuchar un forcejeo, unos gritos pidiendo que se detuviese, haciendo que todos los estudiantes o saliesen, o se asomaran por la ventana del salón. Hailey y Ander se asomaron, teniendo mejor visual y auditiva de lo que ocurría.

- ¡Este hijo de puta se a aprovechado de su alumna y la ha dejado embaraza! —Gritó Samuel, provocando una gran sorpresa en todos, dejándolos boca abierta

- ¿Que dices? —Preguntaron Marina y Martín a la vez, ella con desespero, el con confusión

- ¿Martín? —Preguntó dudosa la directora, estaba confundida pero no sorprendida

- Azucena, ¿crees que yo haría algo así? —Preguntó Martín con descaro

- ¿Y aceptar un soborno, si que lo haría? —Preguntó Nadia metiéndose en la conversación, llena de sarcasmo y de enojo, no podía quedarse callada sobre el soborno

- A mi despacho. —Ordenó Azucena señalando la puerta

Marina, Lucrecia y Martín entraron junto a Azucena al despacho. Allí se escucharía lo decidido y se decidiría que se haría al respecto. Todos los demás estudiantes fueron obligados a recoger sus cosas, el examen sería en otro momento a lo mejor.

- Tu madre cuando está en su papel de directora molesta da un miedo que te cagas. —Dijo Hailey arreglando su abrigo del uniforme— ¿No te intimida?

- ¿Porque? Si siempre me termina salvado el culo cuando hago estupideces. —Río, llevando sus manos a la cintura de la chica— Y ahora que, somos algo, tu te salvas también.

- Aquí no, por favor. —Dijo Ernesto entre dientes, terminado de recoger sus cosas

- Ernesto, por favor, en algún momento me tendrás que dirigir la palabra otra vez. —Contestó Hailey acercándose al pecoso, quien tenía ojeras y los ojos algo aguosos— No puedes ser así.

- No te acerques, Hai. —Pidió Nicholas metiéndose en el medio, quedando pegado al cuerpo de Hailey— No le digas que no puede hacer, es más, no le digas nada y punto. No quiere hablar contigo, al igual que Carlos. —Se acercó casi al nivel de los labios de la castaña— Bye.

MURDER | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora