twenty three: you should be scared

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- Encontré todo lo necesario. —Comenzó diciendo Hailey— Habían documentos del edificio, fotos de los que trabajamos allí, videos de las sesiones, de todo. Es increíble el descaro de mi padre.

- ¿Que harás con eso? —Preguntó Ander sentándose junto a Hailey

- Tiene que darle eso a la policía. —Contestó Guzmán mientras restregaba su cabello— Mientras más rápido entreguemos esos malditos documentos, más rápido podrás salir de ahí.

- No lo se. —Dijo Hailey mientras mantenía su mirada baja— Creo que es una mala idea.

- ¿Como que mala idea, Hailey? —Preguntó Guzmán comenzando a enojarse— Estamos hablando de un hombre que les jodio la vida a ti y a tu hermano.

- Mi padre sabe cómo salirse con la suya, cuando ocurrió el incidente logró tapar su papel muy bien. —Comenzó diciendo Hailey— No dudó que lo pueda volver a hacer. Haría las cosas peor para mi y mi hermano, nos haría la vida un infierno.

- Ya es un infierno, ¿o me equivoco? —Preguntó Eduardo entrando a la habitación de Hailey— ¿O no les has contado de todas tus sobredosis?

- ¿Sobredosis? —Preguntaron Ander y Guzmán a la vez, haciendo que Hailey cerrase sus ojos

- Si, de hecho, a tenido cinco sobredosis en estos dos años. —Contestó Eduardo— La han hospitalizado más de diez veces por eso mismo. Cada vez que faltaba a clases, no era porque no nos levantamos a tiempo. Era porque teníamos que ir a doctores, para hacer chequeos.

- Para, Eduardo. —Murmuró Hailey aun con sus ojos cerrados

- La más reciente fue hace cuatro días, después de que nuestro padre descubriese lo que tienen ustedes dos. —Añadió Eduardo acercándose— No quiso que nadie supiese, pero ya yo no me quedaré callado.

- Solo quería detener el dolor. —Intento justificar Hailey— Estoy cansada de vivir con todo esto.

- Te pudiste haber muerto, Hailey. Y no vale la pena, carajo. —Contestó Ander tomando las pequeñas manos de Hailey— Por esos imbeciles no vale la pena. Los que deberían estar muertos son ellos, no tu.

- Ya no podemos esperar más, Hailey. —Dijo Guzmán— Vamos a empezar con esto.

- ¿A que te refieres? —Preguntó Hailey con confusión

- Esta noche, vas a dejar a Carlos. —Planeó— Lo harás por llamada, porque estamos consientes que dejarlos solos puede acabar muy mal.

- Guzmán, no lo sé. —Contestó— No me siento lista, no creo que sea el momento.

- ¿Y cuando? —Preguntó arrodillándose al nivel de Hailey— Hailey, el momento ideal nunca llegara. Tienes que hacerlo ya, por tu salud tienes que terminar esto cuanto antes.

- No lo se, Guzmán. —Dijo levantándose de su cama, llevando las manos a su cabeza— No podré hacerlo, no voy a pod-

- Hailey, mírame. —Interrumpió Ander tomando a Hailey de sus mejillas— No estarás sola. Yo estaré contigo cuando lo hagas, te lo prometo.

- Me confrontará en la escuela, el no va a quedarse de brazos cruzados. —Dijo sosteniendo los brazos de Ander— Me hará la vida de cuadritos.

- Nosotros vamos a estar ahí en todo momento, no te dejaremos sola con el. —Dijo acercando la frente de Hailey a la suya— No podrá hacerte nada con nosotros ahí.

- Bien. —Murmuró cerrando sus ojos— Esta bien, lo haré.

HORAS DESPUES.
Ya era hora, el fin de la relación de Carlos y Hailey habia llegado. Y Ander, Guzmán y Eduardo no dejarían que nada cambiese los planes. Costo mucho motivar a Hailey, no podían permitirse mas tiempo de dudas. Habian pasado toda la tarde pensando lo que Hailey diría, teniendo a personas como Carlos, habia que pensar muy bien lo que se diría.

La chica se levanto y tomo su telefono. Comenzo a escribir el numero de Carlos, y cuando estuvo a punto de llamarlo, se detuvo.

- No lo pienses mas. —Dijo Ander notando muchas dudas en el rostro de Hailey— No merece que dudes.

- No estoy dudando. —Contesto Hailey con una ligera sonrisa, con mucho dolor— Estoy preparandome para enfrentarlo.

- Tu puedes, Hailey. —Dijo Eduardo— Quemaste un edificio casi por completo, vas a poder poner en su sitio a un pendejo.

Con un suspiro mas, Hailey tomo un impulso y llamo a Carlos. Puso la llamada en altavoz, quería que los chicos fuesen testigos de lo que Carlos contestaría. El teléfono sonó por unos cuantos segundos, provocando que la ansiedad de la chica aumentase.

- Hola, amor. —Dijo Carlos al contestar la llamada— Es un milagro saber de ti últimamente.

- Hola, Carlos. —Contestó Hailey con mucho nerviosismo— ¿Estas ocupado?

- No, ¿Porque? —Preguntó, para luego soltar una corta risa— ¿Quieres que va a tu casa, y tengam-

- No, solo quiero decirte algo. —Contestó cerrando sus ojos— Es algo muy serio, y algo que me costó mucho trabajo hacer así que, por favor, respeta mi decisión.

- Escúpelo, Hailey. —Pidió— ¿Que mierda me quieres decir?

- Por favor, no te enojes demasiado. —Pidió aguantando sus ganas de llorar— Tú fuiste el que provocaste que llegáramos a esto.

- Dilo de una vez, Hailey. —Demandó con furia en su voz— Sabes que no me gustan los juegos.

- Estoy terminando contigo, Carlos. —Contestó, soltando el golpe— Estoy terminando contigo para siempre, no quiero que sigan refiriéndose a mi como tu novia.

- No me gustan las bromas, Hailey. —Dijo muy incrédulo— Y esta es una broma de muy mal gusto.

- No es una broma, hablo en serio. —Contestó con seriedad— Desde hoy, ya no soy tu novia. Y no creas que vas a poder convencerme a que no te deje, tu manipulación ya no me asusta.

- No, no te creo, no voy a dejar que me hagas esto. —Dijo— Tú no puedes hacerme esto.

- Pero, ¿tú si podías hacerme todas esas mierdas que me jodieron la vida? —Preguntó un poco asombrará por el descaro de Carlos

- A ti te encantaban. —Contestó

- ¿Te dije en algún momento que me gustaba? —Preguntó con molestia— Contéstame, ¿Te dije verbalmente que me gustaba?

- No. —Murmuró

- Exactamente, nunca te lo dije. —Contestó— Que no haya tenido el coraje para decírtelo, no significa que me gustaba.

- Tu padre no va a permitir que me dejes por el hijo de puta de Ander. —Dijo— No tiene en donde caerse muerto ese idiota.

- Me importa una mierda lo que diga mi padre. —Contestó— Es mi vida, y si te quiero fuera de ella, es mi decisión.

- Te vas a arrepentir, Hailey. —Advirtió— No querrás ver de lo que soy capaz.

- No me das miedo. —Contestó con un temblor en su voz

- Deberías. —Dijo, para luego terminar la llamada.

MURDER | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora