twenty nine: you are very brave

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Hoy todo estaba siendo diferente. El ambiente en el colegio era extraño. Todas las miradas se dirigían a una persona, Hailey. Pasaba por los pasillos y comenzaban a hablar sobre ella. Y esto, comenzaba a incomodar a la castaña. No podía recordar que pudo haber hecho para que todos estuviesen hablando de ella o tan siquiera mirándola con pena. Al entrar al salón, todos sus amigos o compañeros de clase subieron su mirada y fue exactamente lo mismo. Sus miradas se transformaron en una de pena, o lastima. Hailey se fue hasta la última silla, donde se sentó junto a Ander. Quien, por su mirada, si sabía lo que ocurría.

- ¿Porque todo el mundo está mirándome? —Preguntó, con un tono de preocupación muy evidente en su voz— ¿Que hice que no me acuerdo?

- Alguien del colegio publicó cosas sobre ti. —Comenzó diciendo, intentando decirlo de una manera que no provocase algo peor— Y tú... pasado.

- Escuche que supuestamente trabajo en un burdel. —Dijo un chico sentándose en el escritorio frente a Hailey— Tan santa que se veía.

- Para que veas, lo que hacen los ricos por dinero.

La clase empezó, pero, nadie prestan atención. Todos, seguían rumoreando sobre lo que se había dicho de Hailey. Pero hubo una mirada, que simplemente Hailey no pudo soportar.

- ¡Basta! Ninguno tiene derecho a hablar o juzgar mi vida sin saber por lo que e pasado. —Dijo con la mirada anclada en Nadia, quien miraba a Hailey con asco, con decepción— Antes de que empiecen a juzgar más, solo déjenme corregirles algo de la historia.

- No es necesario, Hailey.

- Mi padre es un abusador sexual, monto un negocio, junto con mi tío, donde abusaban a chicas y chicos menores sexualmente. ¿Y yo? Fui una de ellas, la primera de hecho. Desde mis diez años, sufro de abuso sexual de mi padre, y eso es algo que no se lo deseo a nadie. Que te hagan trabajar en un sitio donde eres tratada como un objeto o una cosa, es horrible. Es un abuso constante, y no tiene nada de glamoroso. Al contrario, te quita las ganas de vivir. —Suspira, mientras subía la cabeza intentando mantener su lágrimas controladas— Por si les interesa, esa, es la causa de mis sobredosis. No saben disimular una mierda cuando hablan de alguien, así que, ahí tienen sus respuestas. —Se sentó para luego volver a mirar a Nadia— Eso, lo dije por ti. Que por tus ojos se nota que piensas que soy una puta más. No juzgues sin conocer, mételo en tu cabeza.

Toda la clase se había quedado incrédula al escuchar esas palabras de Hailey. Todo el mundo sintió que había recibido una cachetada gigante, después de todo, para la gente, el padre de Hailey era un empresario respetado por todo el mundo. Y escuchar como Hailey compartía su verdadera cara, fue un golpe duro para todos. Mayormente porque ninguno de los amigos cercanos de Hailey, quitando a Ander, Marina y Guzmán, sabían lo que ocurría. Por lo que, para todos, fue un golpe grande.

(...)

- Fuiste muy valiente. —Dijo Ander sentándose junto a Hailey, quien estaba afuera del colegio— Y fuerte.

- La gente genuinamente pensó que yo quería estar en ese burdel. —Dijo rompiendo su mirada hacia la nada, dirigiéndola a Ander ahora— ¿Quien quisiese trabajar en un sitio como ese?

- Ley, olvídalo. —Pidió acercándose a Hailey— No vale la pena.

- No podía soportar esas miradas, eran miradas de...

- Ya. —Dijo tapando la boca de la chica con su mano— No le des cabeza.

Hailey comenzó a admirar el rostro de Ander, intentando sacarse de la cabeza lo que ocurría hoy. Algo que había aprendido en el burdel, es que cuando quería calmarse buscaba algo en lo que pudiese fijar su mirada para distraerla. Muchas veces se fijaba en telas bien elaboradas, a veces en vestuarios, cosas que la hiciesen observar con detalle. Mirar con detalle el rostro de Ander la ayudaba. El chico se acercó rápidamente y dejó unos cuantos besos en los labios rojos de la castaña. Para luego comenzar a hacerle cosquillas, intentar subirle los animos. Comenzaron a escucharse risas, pequeños gritos mezclados con risas. Después de un tiempo, notaron como una chica estaba parada frente a ellos, esperando a que terminaran con sus risas.

- ¿Podemos hablar? —Pregunto la chica cruzando sus brazos— ¿Solas?

- No quiero que me des una lección, Nadia. —Contestó Hailey también cruzando sus brazos— Me bastó con tus miradas.

- Solo quiero hablar. —Dijo cerrando sus ojos— Por favor.

- Te veo en clase. —Dijo Ander dejando un beso en la frente de Hailey— Suerte.

Hailey se sentó derecha, para que así Nadia pudiese sentarse junto a ella. Pasaron varios minutos en silencio, provocando que se volviese algo incómodo.

- ¿De que querías "hablar"? —Preguntó Hailey sin dirigirle la mirada a Nadia

- Te quería pedir perdón. —Dijo Nadia dirigiendo su mirada a Hailey— Tienes razón, juzgó sin conocer. Lo hice con Marina, con Guzmán y ahora contigo. No sabía lo que había pasado con Marina y el VIH, y ahora no sabía lo que había pasado contigo y el burdel. —Añadió— Nunca había estado cerca de una persona con VIH, mucho menos con alguien que tuvo que pasar por un burdel. Lo siento, de verdad.

- Lastima que no puedo decirte que tienes que arrodillarte ante mis padres para aceptar tu perdón. —Río, haciendo que la palestina riese con unas cuantas carcajadas— Disculpa aceptada.

Ambas se miraron por unos segundos, para luego acercarse rápidamente para compartir un fuerte abrazo. Antes de que todos estos problemas surgiesen, ellas eran muy amigas. Habían tenido muchos desacuerdos, algunas pequeñas discusiones, pero dentro de todo, se llevaban bien. Lo suficiente para perdonarse después de todas esas situaciones, había una amistad más grande de lo que ellas creían. Después de ese abrazo ambas se separaron, y rieron un poco.

(...)

Hailey se sentía muy mal, estaba muy cansada y con pocas ganas de seguir caminando por los pasillos. El recibir tantas preguntas, tantas miradas, la tenía cansada. Se encontraba en el baño, echándose agua, pasándosela por detrás del cuello para intentar despertar. Cuando de repente, Lucrecia entró al baño.

- Ay, baby, pero que cara tienes. —Dijo Lu entrando al baño, para luego acercarse a Hailey

- Ya. —Contesto Hailey secándose el agua sobrante después de haberse pasado agua por el rostro— Estoy exhausta.

- Déjame ayudarte. —Dijo abriendo su bolso para sacar unos productos de maquillaje— Tengo un producto buenísimo para esas ojeras de muerte que traes. —Explicó para luego acercarse al rostro de Hailey— Mírame. —Aplicó producto en sus dedos, para luego acercarlos delicadamente al rostro de Hailey— ¿Sabes que puedes contar conmigo, verdad? Y yo, bueno, voy a ser una tumba. De verdad, que no voy a andar contando chisme por ahí. Como debe ser.

- ¿Porque no dejas de gastar saliva y vas al grano?

- ¿Como es posible que le cuentes, le llores, le confíes a la musulmana esa tus problemas antes de mi? —Preguntó entre dientes— Le cuentas a esa mosca muerte que juzga con la mirada, pero no se lo cuentas a tu amiga de años.

- ¿Somos amigas? Cariño, me dejaste bien claro un día en casa de Guzmán que no éramos amigas. ¿Porque ahora es diferente?

- Nos conviene ser amigas. —Sonrió maliciosamente— Eres como la hermana de Guzmán, tienes influencia en el, puedes hacer que vuelva conmigo. —Sugirió arreglando el pelo de Hailey— ¿Y yo? Puedo hacerte la mejor de la clase en segundos. —Tomó de la barbilla, y la llevó al espejo, para observar el reflejo de ambas— Lista, te ves mejor. Nos vemos luego, amiga.

MURDER | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora