Selcouth [LIBRO I Y II]

19

Pasó un mes desde que el proyecto "Internado De Híbridos" comenzó.

Pasó un mes donde Blair y Saskia trabajaron arduamente intentando rellenar cada hueco en sus planes. Un mes donde no se detuvieron y estuvieron diseñando, creando, investigando y conociendo.

Fue un mes agotador.

Descubrió que aunque el tiempo pasaba normalmente no podía recuperar el tiempo perdido, había comenzado a asistir más a los aquelarres y visitaba regularmente a sus padres, pero, inevitablemente no podía ordenar los recuerdos perdidos en su mente, seguía sin recordar la mayoría de cosas.

Blair era muy cercano, y con el tiempo era incluso más. Casi pensaban las mismas cosas a la hora de crear proyectos del Internado e increíblemente cuando tenía alguna sugerencia él siempre lo suponía y viceversa. Trabajar con él no era tan malo sinceramente.

Jackson... Él nunca volvió a aparecer, supuso que estaba bien. Isaac actúa como si él jamás hubiese existido pero la primer —y única — diferencia que tiene con su hermana es que ella lo sigue esperando.

Saskia ha notado muchas veces que despierta a la noche y mira por la ventana si el auto está estacionado, revisa constantemente la habitación vacía que antes era su oficina y también lee y observa algunos planos de arquitectura que ha olvidado o desechado.

Como persona le gustaría sentarse a su lado y decirle que ya no lo espere porque evidentemente nunca volverá. Como madre era incapaz de romperle la esperanza a una niña de tan solo siete años.

Sentía la necesidad de aclararle sus dudas. Los niños que sienten demasiadas dudas y ninguna es aclarada con el tiempo comienza a desarrollarse una inseguridad. Sin embargo, ¿Cómo explicarle algo que sinceramente Saskia no sabía y tampoco entendía?

Cole intentaba a toda costa acercar a Andy a ellos, pero evidentemente se soportaban por escasos minutos. Andy era la típica niña que hablaba muchísimo, irradiaba color y brillo y cuando se enojaba podía crear hasta fuego, a diferencia de Isaac y Sally que ellos siempre estaban... Neutros.

Quizá eso los distanciaba tanto, que Andy era muy brillante y sus hijos parecían haber nacido con sesenta kilos de amargura y ochenta de inexpresividad.

Dignos hijos de Jack.

Aunque les agradaba pasar tiempo con Austin, siempre se alegraban muchísimo de su llegada. Aunque no le hablesen mucho, son niños de pocas palabras.

—¡Sally! —Llamó desde las escaleras. —¡Isaac! ¡Bajen a desayunar!

Volvió a pegar el teléfono a su oído mientras caminaba apresurada hacia la cocina, el desayuno ya estaba listo y ella llegaba tarde a una reunión con un diseñador de interiores que Blair contrató pero no tenia tiempo —por el aquelarre — a reunirse con él, así que ella debía encargarse de ello.

—Si, entiendo. —Respondió en la llamada. —... Perfecto, sí.

Miró el umbral donde esperaba que ambos niños. «¡Llegarán tarde!»

—Okey, hoy a las... —Miro su reloj. —¿Ocho?... Muchísimas gracias, hasta luego.

Colgó el teléfono y suspiró estresada, llevaba toda la mañana con llamadas y llamadas.

—¡Sally, Isaac!

—¡Ya va!

Subió las escaleras buscándolos y efectivamente los niños corrían de aquí para allá. Isaac intentaba hacerse el nudo en la corbata de su uniforme mientras que Sally se arrancaba todo el cabello en un intento de peinarlo.