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Saskia movió la cabeza aturdida, sintió la fuerte luz del foco colgando sobre su cabeza contra sus ojos haciendo que los cierre y luego los vuelva a abrir.

Las cuerdas rodeaban cada parte de su cuerpo. Primero sintió como sujetaba sus brazos hacia atrás, luego como las cuerdas pasaban por su abdomen haciendo que esté sentada con la espalda recta contra el respaldo. Quiso mover sus pies pero estaban atados el uno con el otro.

Movió su cabeza aún costado, todo parecía darle vueltas. Tenía el cabello pegado a su rostro con una fina capa de sudor. Su herida en la cabeza estaba abierta, donde efectivamente la sangre había caído libremente por su mejilla haciendo que después de las horas que estuvo inconsciente se haya secado a su piel.

—¡Ya despeeeeerteeeeeee! —Gritó a todo pulmón.

Al instante sintió la garganta seca. Hizo una mueca adolorida.

—¡Cazadoreeeees! —Cantó de vuelta.

Nadie.

Miró su alrededor con aspecto aburrido pero curioso. No había nada más que una cama —al cual sólo era un fino y asqueroso colchón en el suelo—, una silla de madera, una mesa pequeña y una botella de agua.

—¡Me han dejado agua pero sigo atada! —Gritó.

Nuevamente no obtuvo respuestas.

Suspiró haciendo su cabeza atrás. Le dolía la cabeza y estaba mareada. Dudaba de que se pudiese parar y caminar sin perder el equilibrio.

La puerta se abre, entra un cazador que tenía una navaja en sus manos y con la otra tenía un uniforme. Saskia lo quedó mirando en silencio. El cazador deja el uniforme sobre el colchón y luego camina hacia ella. Con la navaja corta las cuerdas que la sujetaban y sin decir algo sale de vuelta cerrando la puerta a sus espaldas.

El encanto en persona.

Masajeó sus adoloridas manos con una mueca, habían quedado rojas de tanta presión de las sogas. Miró con estaban las prendas sobre el colchón pero se negaba a desvestirse en ese lugar. Caminó hacia el agua y tomó un poco con una mueca, estaba caliente.

Se quedó allí una eternidad hasta que la puerta se vuelve a abrir pero esta vez era Hunter.

—¡Hunter! —Exclamó con una sonrisa.

Hunter tenía el rostro serio, casi era imposible imaginar que era la misma persona alegre e inútil de siempre. Ahora parecía más... serio. Sus ojos no reflejaban ningún tipo de sentimiento.

—Vístete. —Ordenó.

Saskia al instante lo quedó mirando confundida, sin embargo recordó que probablemente los estén vigilando. Hunter se giró mirando hacía otro lado mientras que Saskia se cambió de ropa; una al cual consistía en una camiseta gris con pantalones holgados y zapatillas cómodas. Nada en su atuendo tenía un color más allá de las escalas de grises a diferencia de su otra ropa que dejaba allí que era tan colorida y natural en Saskia.

Al terminar, Hunter se giró y la cogió bruscamente del brazo para luego atarle las manos una con las otras en una soga al cual parecía mojada. Acto seguido la vuelve a coger del brazo para llevarla a la salida de la habitación y en cuanto lo hizo notó que estaba efectivamente dentro del centro de cazadores.

Salieron directamente a uno de los pasillos del centro, aspectados de cazadores que caminaban de un lado a otro con rostros serios y sin vida. Fuera la esperaban siete cazadores que estaban preparados para matarla si tan solo hace un simple movimiento.

Hunter asiente con la cabeza en dirección a los demás para luego ponerse a caminar hacía un destino conocido sin dejar de sujetarla. Saskia sintió una dolorosa molestia en su brazo, miró de reojo notando como la soga mojada parecía quemarle la piel.

Selcouth [LIBRO I Y II] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora