Capítulo 6

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—Me estás diciendo que trabajará para ese tipo ¿Cómo quieres que me calme? ¡Eh!

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—Me estás diciendo que trabajará para ese tipo ¿Cómo quieres que me calme? ¡Eh!

Eleanor se quitó sus gafas sobre la amplia mesa de su apartamento. Antonio había llegado hacía apenas quince minutos sin darle tiempo a ocultar el contrato.

—Trabajo es trabajo, y no soy yo la única detrás de la empresa.

—Eres la CEO, claro que eres la única que tiene voz y voto para decidir —reiteró tirando de su corto cabello.

—Trabajo con dos socios, Antonio —le recordó disgustada de que los problemas entre ambos no terminaran nunca.

¿Qué demonios pensaba? No existía forma en el universo que lograra que él no se enfadara por ese negocio, ni tampoco encontrar una manera más calma de decírselo.

—No puedo creer que me estés traicionando de esta manera. Que me ha quitado la empresa, Eleanor ¿No entiendes? —bramó golpeando su mano sobre la mesa.

—Es un maldito contrato, aquí nadie está traicionando a nadie y quieras o no aceptarlo necesito esta oportunidad.

—¿Ah sí? —arqueó una de sus cejas. Sus rulos caían sobre su frente, la vena en su cuello se marcaba con fuerza —. Con todo el dinero que tienes en el puto banco gracias a tu padre vienes a decirme que necesitas del dinero. Eres increíble, de verdad —sacudió su cabeza con ironía.

—La plata quiero ganármela, y para ya con esta escena, tengo trabajo que hacer y mañana es la presentación del contrato —pidió tecleando en su laptop.

Demasiado cabreada estaba como para seguir soportando una nueva discusión. Parecían nunca acabar, todas las veces que se vieron en las últimas semanas terminaban en peleas. Nula comunicación de pareja, nada más que reproches, y ella no se iba a sentir una egoísta por tomar semejante oportunidad.

Pensaba por su empresa, porque si lo hacía por su propio ser estaba segura que no aceptaría nada que viniera de aquel sujeto. Todo en él le advertía que se anduviera con cuidado, pero sus socios, todos sus empelados merecían crecer en el rubro, y no iba a poner en la balanza ni una relación, ni sus temores por avanzar.

Sus temores al éxito, en palabras de Emilio Markov.

—Quiero que sepas que no voy a tolerar esto. Seré el hazme reír cuando todos los que estuvieron en el evento sepan que mi novia forjó una alianza con ese tipejo —advirtió escupiendo cada palabra con asco.

Eleanor refregó su rostro sujetando su cabello en un moño desaliñado.

—Me importa muy poco lo que todos esos viejos decrépitos tengan para decir de mí. Demasiado hablan ya —disertó fingiendo una sonrisa.

—La hija de Lawson metida en el mundo petrolero gracias a un ruso de cuarta —exclamó con sus manos en el aire —. Si, toda una primicia.

—No es mi culpa que no te haya salido el negocio ¿Lo entiendes? —retrucó dirigiéndose a la cocina.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora