Capítulo 28

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Emilio la observaba limpiar los platillos que usaron para el pastel mientras bebía un poco de whisky para juntar el valor que requería hablar de Dasha

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Emilio la observaba limpiar los platillos que usaron para el pastel mientras bebía un poco de whisky para juntar el valor que requería hablar de Dasha.

El lavavajilla parecía no existir cuando Eleanor se le daba el brote de querer limpiar ella, pero ahí, cuando eran cerca de las dos de la madrugada, sus tres hijos ya dormidos, compartir un momento de silencio e intimidad en la cocina se sentía bien, demasiado.

Eleanor se desenvolvía con ligereza, sin importarle que él la estuviese mirando, casi que, perforando su espalda, atento al vaivén de sus caderas cada vez que dejaba los platillos en el escurridor.

—¿Quieres que te ayude? —se atrevió a romper el hielo.

—¿A lavar cinco platos y cubiertos? No, gracias —contestó a secas.

Emilio asintió dándole la razón, también preparándose para esas contestaciones por los siguientes días.

—¿Puedo preguntar qué has bebido con Farrell?

Eleanor soltó una pequeña risa que lo hizo arquear su ceja.

—No te importa.

—Te equivocas.

—Tal vez seas tú quien se esté equivocando con todo lo que tiene en mente ¿No crees, Emilio Markov? —refutó mirándolo por encima de su hombro.

—Nombre y apellido. Me deja en claro que estás furiosa conmigo —apretó sus labios en una fina línea. Dejó salir una bocanada de aire mientras apoyaba su cuerpo contra la mesada, ya vestido en su pantalón de pijamas y camiseta blanca.

—No entiendo qué pretendes saber cuando es claro que León te ha informado de todo —reviró sacudiendo su cabeza —. No me gusta tu hermano, los insultos que dice delante de los niños tampoco —admitió sin interesarle en lo más mínimo si a él le caía bien que dijera la primera regla desde que llegó a esa casa.

Emilio la observó perspicaz, achicando sus ojos, preguntándose cuántos minutos más pasarían para que ella sacara el tema de todo lo que Farrell le había dicho.

—Se lo has hecho saber, tengo entendido —adivinó meciendo el vaso casi vacío en su mano.

Eleanor limpió sus manos en el repasador y giró descansando su cuerpo en la mesada. Únicamente la isla de mármol donde Laisha cocinaba los separaba, y a pesar de la escasa luminosidad, lograba detectar el magnetismo y poder en su mirada. El enigma con el que Emilio la observaba.

—Iré a descansar, ha sido un día largo —acotó soltando el repasador con más fuerza de la debida, causando que él apretara su vaso al percatarse que ella no soltaría nada si él no hablaba primero. Tal como sugirió Sergei.

¿Desde cuándo seguía consejos de un jovencillo?

—Ven, acompáñame con un trago —exclamó sacando otro vaso del mueble blanco encima de su cabeza.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora