Capítulo 9

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Iban dos semanas de trabajo

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Iban dos semanas de trabajo. Dos semanas en las que Eleanor no tuvo contacto alguno con Antonio. Al principio terminó aceptando que fuese a raíz de su nuevo empleo, pero luego de algunos días la preocupación incrementó y ya se tornaba insostenible. Fue hasta su casa para hablar y saber qué ocurría, si la relación seguía o él ignorándola tantos días, lo cual no era nada común, era la señal de que habían terminado.

Lo único que recibió fue un portazo en su cara y el grito de Antonio de que lo dejara en paz. Ni siquiera salió a mostrarse y decírselo frente a frente. Terminó siendo más cobarde de lo que Eleanor llegó a pensar.

Muy bien, si esa era la manera para terminar, pues al diablo, no estaría mendigándole amor a nadie, aunque le había dado tres años de su vida y tantas oportunidades de forjar su relación. Debía admitir que ese último tiempo todo vino en picada, las discusiones aumentaron, los malos tratos y comentarios, tal vez por las pérdidas que él tuvo o porque era el imbécil y poco hombre como siempre Caroline y Lorenzo se lo dijeron.

Lo peor de todo fue tener que darle explicaciones a su madre sobre el motivo por el que Antonio no aparecía en su casa.

—Ya te lo he dicho, mamá. Las cosas no funcionaron.

Todo funciona si existen ganas —recriminó por teléfono.

Eleanor iba de camino a la oficina con la voz de su madre como radio.

—Supongo que ya no, no todo es como antes. Ya las relaciones no duran como tú y mi padre —recalcó queriendo convencerse más a sí misma.

Tonterías —chistó —. Mira a tu primo, a punto de casarse y formar una familia. No me digas que eso ya no existe, Eleanor. Sabes bien como era tu padre de atento, ojalá algún día encuentres esa persona, cariño —murmuró con su voz a punto de quebrarse. Lo mismo que venía ocurriendo cuando salía el tema de su padre en cada plática.

—Acabo de terminar mi relación, no tengo tiempo ni cabeza en estos momentos para otra. Demasiado trabajo —exclamó de la manera más calma —. Ni siquiera sé por qué terminó, lo único que recibí fue un portazo —reclamó sin poder creerse que su ex pareja no fuese capaz de decirle los motivos.

Entonces diré que ha sido lo mejor, si Antonio no tenía los pantalones para dejarte como debe ser, te has sacado la lotería separándote.

—¿A ti tampoco te caía? —adivinó apoyando su rostro en su mano. Todavía quedaban unos kilómetros hasta el edificio de Emilio.

Ni a Claudia, ni a Mary tampoco.

—Ya, pero mi madre eres tú, no tus vecinas.

No lo sé, hija. Jamás diré con quién puedes estar o no, pero si me di cuenta que no iba a durar mucho. Tal vez porque tú tiendes a otra personalidad que compagine con la tuya —mencionó dejándola más confundida aún.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora