Capítulo 20

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Laisha parecía tener todo en orden, menos a Elliot, quien no había dejado de llorar desde que su padre lo dejó en su cuna y se marchó a ese supuesto viaje

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Laisha parecía tener todo en orden, menos a Elliot, quien no había dejado de llorar desde que su padre lo dejó en su cuna y se marchó a ese supuesto viaje. Por su parte Eleanor contemplaba desde el umbral de la puerta la poca habilidad que tenía esa pobre mujer para atender al bebé, y no era que ella fuese muy profesional, jamás cambió un pañal, pero era claro que Elliot no estaba cómodo.

—Tal vez si intentara sacarlo de su cama —sugirió por encima de los llantos incontrolados.

—Es muy temprano para levantarlo, no entiendo por qué se ha despertado a estas horas.

—Puede ser que extrañe a su padre —añadió fingiendo que ella no lo hacía, porque vaya que esa inmensa cama con uno solo era un refrigerador, y mas su cabeza que no paraba de maquinar si se había ido con esa mujer dueña del perfume.

—Elliot es muy pegado a él.

—¿Y su madre? —se atrevió a preguntar.

Laisha carraspeó tirando de su corto cabello hacia atrás nerviosa.

—A esa más vale ni nombrarla —rechistó sacudiendo su cabeza —. Iré a calentar su biberón, no tardo.

Eleanor asintió aun sumida en su respuesta y le permitió pasar.

Elliot tenía nueve meses, eso quería decir que no hace mucho Emilio y la madre estuvieron juntos, quizá hasta la acompañó en todo el embarazo, pero ¿Por qué él tenía al niño? ¿Por qué siendo tan pequeño no estaba con su madre? ¿Acaso no era una buena mujer o él se lo arrebató? Esa última le daba más escalofríos, porque era consciente que Emilio con todo su poderío sería capaz de eso y mucho más.

Ni siquiera se dio cuenta que ya se hallaba contra la cuna, sintiendo aquellos pequeños ojos azules clavados en ella llenos de curiosidad. Eleanor le sonrió cálidamente, sin saber qué hacer, pero sus manos ansiaban sostenerlo.

Miró hacia la puerta, no había nadie. Enzo y Ethan se habían ido temprano junto a su padre a sus respectivos colegios, solo eran Laisha y ella.

Así que lo hizo, con sumo cuidado lo levantó en brazos mientras el llanto no cesaba y él movía sus piernas en el aire. Dios, era más pequeño de lo que imaginó.

El olor de su ropa y su cabello era una de las fragancias más dulces que llegó a conocer. Elliot dejó su mano en el hombro de esa mujer y con su dedo en la boca miró por toda su habitación en busca de algo.

Aun embelesada por lo que había hecho, y porque el llanto ya no estaba, Eleanor siguió su mirada hasta dar con su chupete encima del mueble. Se acercó para dárselo y eso bastó para que ese bebé pestañara y el resto de lágrimas cayera por sus regordetas mejillas.

Era impresionante verlo de tan cerca. No había otra comparación, y no hacía falta conocer quién era su madre, para darse cuenta que ese niño era el calco de Emilio, incluso se parecía mas a él que el mismísimo Ethan.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora