Las dos semanas ya habían pasado. El plazo para llegar a arrepentirse, también. Sin embargo, ahí estaba, sentada frente al inmenso espejo de su sala dejando que tres mujeres la maquillaran y peinaran. Contempló su reflejo, la seriedad de su rostro, era como casarse con un muerto. Sus manos se apretaban sobre su regazo queriendo hacer estragos la fina tela de su vestido blanco.
Era un calvario y ni siquiera había comenzado.
—Ese vestido luce increíble en ti —halagó su madre mientras acomodaban su cabello en un rodete.
—Es sencillo.
—Da igual, te queda fascinante, hija.
Tan fascinante como se supone debería ser el día de su boda. Alzó su cabeza hacia su inmenso apartamento. Alek y algunos sujetos cuidaban el recinto como si en algún momento alguien pudiera derribar la puerta y matarlos a todos. Tal vez esa sería la única salida de entregar su vida al peor hombre que haya conocido.
Desde el encuentro afuera de la tienda no supo más de Antonio, únicamente su teléfono sonaba sin parar y ella hizo todo lo posible para no contestar. Su orgullo podía más, y aunque la curiosidad de saber qué le había pasado o quién dio semejante golpiza la tentara de responder, sabía que daría entrada a algo que no podría ser.
Estaba vestida de blanco para otro hombre, caminaría por un altar hacia la sonrisa siniestra y macabra perteneciente a Emilio. Podía imaginárselo contemplando su caminar con los brazos cruzados, y esa mirada que dejaba por sentado que logró su cometido, que era el rey del mundo si así lo quisiera.
—Nunca habías mencionado a Emilio antes, pero querías que me casara con él —acusó sin moverse.
—Es un buen hombre, Ele.
Eleanor soltó una risa irónica.
Buen hombre. Estaba lejos de serlo con todo lo que hizo para terminar en ese día. La gran parte de la culpa admitía la llevaba ella por no darle una nueva leída al contrato y firmarlo sin más. Pero ¿Cómo creer que podría haber otro trasfondo? El contrato ambos lo estipularon con sus cláusulas, era ese, y no él que Emilio le extendió y ella cayó como una idiota.
Eso era lo que más ira le generaba, y que, según él, se lo sirvió en bandeja.
—Mi padre con negocios turbios, deudas y mira dónde hemos terminado —señaló su atuendo —. Yo siendo parte de un juego en donde el hombre que tanto te preocupas por halagar es quien hizo todo para terminar casándose conmigo. Y no solo eso, tú también lo sabías —prosiguió queriendo gritar, arrancarse las palabras de su garganta.
Su madre le hizo una seña a las mujeres para que se retiraran, lo mismo no ocurrió con los guardias que seguían ahí, pero dándoles espacio.
—No hay nadie mejor que Emilio para protegerte, ni siquiera la familia de tu padre que sería la primera en venderte y saldar las deudas. No tenemos a nadie más, Eleanor, y estos tres años ha sido él quien se preocupó por nosotras —explicó en ese tono maternal que solo incrementaba las ganas de golpear algo.
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Obstinado poder © (Markov I)
RomanceUn matrimonio, un plan que no podía dejarse a un lado, una intención macabra. Una mujer que ignora el ambiente en el que creció. Un hombre que esperó años a tenerlo todo, que sabe jugar sus cartas para tener el poder que merece, y un lado oscuro qu...