Capítulo 25

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—¿Algo más para beber, señora Markov?

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—¿Algo más para beber, señora Markov?

—No, muchas gracias.

—Es un increíble casino, Ele —comentó Lorenzo dándole un trago al licor que amablemente Emilio puso a disposición de ellos.

—Lo es —dijo sin muchos ánimos. Y es que las pocas ganas de estar ahí festejando se lo asignaba a la conversación en el baño con Antonio, a la atención y amabilidad repentina por parte de Emilio. Y en el fondo, al leve pinchazo que sentía en su pecho.

Ilusa.

—Lo bueno de todo es que no parece que festejemos mi cumpleaños. Aquí cada uno en lo suyo. Oh, ¿Crees que después pueda jugar un poco a la ruleta? —cuestionó su amigo entusiasmado.

Eleanor miró la larga mesa al fondo donde varios sujetos de traje fumaban y bebían a la vez que sus manos hormigueaban por seguir volcando la mayor cantidad de dinero posible. Quince minutos antes juró ver a Sergei y León mezclados por todo ese recinto, obviamente sin saludarla.

—No te recomiendo que vayas a esa mesa. Tienes más maquinas donde puedes apostar monedas —sugirió comiendo la aceituna de aquella copa.

Caroline ahogó una risa.

—Si, porque el salario que tenemos apenas nos da para vivir.

—Caroline...—reprendió Eleanor sabiendo que aquello no era cierto.

Acomodando su falda negra, su amiga tiró de su sedoso cabello hacia atrás con elegancia. Eleanor frunció el ceño ante sus gestos más coquetos, pero la presencia de Alek acercándose fue suficiente respuesta.

—Señora Markov —meció su cabeza. Sus brazos cruzados frente a su pecho y su atención claramente en Caroline, pero vaya que sabía disimularlo.

—¿Qué se te ofrece, Alek?

—Tengo indicaciones de informarle a su esposo cada media hora de sus movimientos. ¿Todo en orden? —arqueó su ceja.

Genial.

—No lo sé, dímelo tú que eres el encargado de la seguridad. Yo estoy celebrando el cumpleaños de mi amigo, no puedo fijarme si tengo a tres irlandeses siguiéndome —respondió entre dientes como si las palabras quemaran por salir de su boca.

Alek tensó su mandíbula y miró hacia otro lado, pero en cuanto Caroline se puso de pie y caminó hacia la barra a conversar con otro sujeto, Eleanor se dio cuenta de lo mentiroso que podía llegar a ser su guardia.

—Ahora, si lo que quieres es controlar los movimientos de Caroline, solo tienes que decirlo. En todo caso ¿Qué ocurre entre ustedes? —meció su copa en el aire expectante.

Lorenzo a su lado jadeó asombrado. Al parecer no era la única que desconocía la vida amorosa de su amiga.

—Cualquier inconveniente se lo haré saber. Me retiro —decretó con su acento marcado, señal de que estaba furioso, y salió de allí acomodando el auricular en su oreja con fiereza.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora