Capítulo 22

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La mirada de Enzo cada tanto recaía sobre ella, provocando que se removiera en su silla

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La mirada de Enzo cada tanto recaía sobre ella, provocando que se removiera en su silla. Era como si ese joven supiera lo que había pasado entre su padre y ella. Y la idea de que los haya escuchado la hizo carraspear incomoda.

Quería sacarle alguna conversación, poder oírlo decir más de tres palabras o simplemente monosílabas, pero cada vez que abría la boca terminaba por apretar sus labios resignada. A eso se le sumaba que Enzo la intimidaba, más aun luego de haberlo visto disparar.

¿Dónde carajos estaba Emilio?

Posiblemente en su empresa, lejos de ella, dejándola sola con el torbellino de recuerdos de lo que fue sentirlo dentro suyo. Ni ella lograba describirlo, pero su lado osado, aquella parte oscura en su mente que residía bajo llave, empezaba a atormentarla. Haber sentido el humo en su rostro mientras él se movía en ella fue...joder, fue demasiado.

—¿Tus hermanos están durmiendo? —se atrevió a preguntar balanceando la taza de café en su mano.

Ese desayuno estaba siendo de lo más incómodo, y estaba en ella revertirlo.

—Ethan en su colegio, y Elliot con Laisha en el jardín —le informó escéptico, arqueando una ceja de la misma manera en la que su padre lo hacía.

Podían no tener los mismos rasgos, quizá ni siquiera el color de ojos, pero las muecas y la seriedad en su carácter eran idénticos, aunque las de Enzo fuesen más leves. Eleanor se dio cuenta que solo se sentía segura y tranquila con la presencia del bebé, el resto solo le recordaban a su esposo y el miedo que trasmitía.

—Tú...quiero decir...—pasó su mano por su cuello nerviosa. Él la miró expectante —. ¿No vas a estudiar hoy? ¿O tienes planeado ayudar a tus tíos? —chasqueó su lengua restándole la importancia que necesariamente tenía esa situación, el verlo con un arma en sus manos.

—Debo ir con León a uno de los almacenes.

—¿Almacenes? —repitió. Enzo alzó sus hombros —. ¿Acaso no importa que pierdas el día? ¿En tu colegio no se quejan de que faltes?

—Mi padre ya ha solucionado ese asunto —contestó tecleando en su teléfono.

Con su cabello negro completamente despeinado, y sus manos con algunos anillos, aquel muchacho era casi tan igual que Donovan, y eso fue peor que haberlo visto en acción. Deseaba que no pensara de la misma manera que su tío, sería demasiado que procesar.

Y claro que Emilio había arreglado el tema de las inasistencias, quizá hasta con una presión física, inminente. La mirada de Enzo volvió a esa joven, y ella sintió pena de lo que estaba atravesando a su edad, de tener que hacerse cargo de sus hermanos e incluso metido en esa industria de negocios turbios que creaban los Markov.

—Enzo —lo llamó con suavidad —. No tienes por qué hacerlo, no es tu lugar ni tu responsabilidad. No importa que seas parte de la familia.

El joven soltó una risa irónica tomándola por sorpresa.

Obstinado poder © (Markov I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora