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Sus labios encajaban perfectamente con los míos, era tan adictivo y carnal que parecía que solo estuviéramos solos, aunque solo estuviéramos en la puerta de mi casa, pero lo aleje.

—¿Qué pasa?— me pregunta acomodando un mechón de cabello suelto tras mi oreja.

—Hoy hay casa llena—le digo, y este solo se ríe.

—No pasa nada—afirma ¿Cómo que no pasa nada? no soy la persona mas silenciosa del mundo y si viene a mi casa no es para leer la biblia.

—Están mis hijos, Simón y Amira, ¿no pasa nada?— digo burlona, realmente todos los cuarto están alejados de cada uno, pero por respeto a mis hijos no quiero hacer eso, Hache y yo no tenemos ninguna relación mas que follar y trabajar  juntos.

—Solo quería verte.

—Pues, ya me viste—digo señalando que puede pasar.

Después de eso lo invito a cenar junto con los niños, y ese para al verlo se pone a jugar con él, les aviso que la comida ya esta lista y se preparan a esperarla en el comedor, cuando escucho como Ares le cuenta lo que sucedió hoy.

—Un hombre se le acerco a mamá, y la jalo del brazo—le dice y Hache solo se queda callado pero noto como tensa su mandíbula.

— y ¿Quién era campeón?— pregunta este con su ceño levemente fruncido.

Le pudo haber contado todo, pudo decirle sobre el helado, los columpios, o algo mas, pero no, el señorito quiso contarle acerca de Hades.

—Un amigo de mamá, aunque ella dijo que no lo era, pero el señor afirmaba que si—

Después de aquel comentario, ya nadie dijo nada, solo se platico de lo normal en la cena, aunque Hache solo contestaba con monosílabos, y solo me miraba analizando cada cosa que hacía,Amira y Simón salieron a saludarlo—vestidos, por si las dudas— pero de igual manera fue cortante.

Decidieron ir a cenar a un hotel, y por la emoción de Amira harían mas cosas, cuando se fueron mis hijos y yo recogimos la mesa con la ayuda de Hache pero al terminar salió de la casa, no lo seguí así que decidí terminar las cosas para ir con los niños a acostarlos.

—Mami ¿estas bien?—pregunta Luk.

—Si amor, solo estoy cansada—respondo acomodándolo en su cama.

—El señor que vimos hoy me agrado—dice Ares, lo dice desinteresadamente pero en sus ojos veo un pequeño brillo, y puedo entender de que aunque él no sepa que es su padre, la sangre lo llama—También me agrada Hache ¿se molesto con nosotros, mami?— me pregunta triste, no me gusta que hagan sentir a mis hijos así.

—No lo se, a veces es medio rarito ¿no creen?—ambos niños asintieron riendo, les prendí su luz nocturna y se durmieron rápido, fui a cerrar todas las puertas hasta que la principal se abrió haciendo notar a Hache un poco mas relajado.

—Tienes que irte—digo cortantemente dirigiéndome a mi cuarto—Cuando salgas cierra la puerta, por favor—este solo me mira y no dice nada.

Me adentro a mi habitación y me quedo en ropa interior, me quedo parada un rato en el espejo observando mi figura, escucho la puerta cerrarse, y supongo que se va, sigo observando mi cuerpo y cada marca que hay en el, mi cintura es chica, mis caderas son pronunciadas, mis glúteos están redondos y parados, y mis senos ni que decir, a veces siento que revientan.

No tengo una belleza extravagante pero si la necesaria para que los hombre me mire por las calles, a veces es incomodo, puedo ir con la ropa mas holgada y aun así me miran como si fuera un objeto, son miradas tan repulsivas que dan asco, a veces pienso en que me puede pasar algo al salir de casa y no regresar con mis pequeños.

El Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora