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Hades había profundizado nuestro beso, una parte de mí quería seguir teniendo dignidad y apartarlo pero aquel beso tiró a la basura todas mis ganas de aquella decisión, todos ellos son tan adictivos y no he estado con todos pero lo sabía, son hermanos, o más bien lo intuía.

—Ale...—jadeo cerca de mi oído, aquello me prendía pero parecía demasiado confuso, ajeno a él, este no era Hades—Lo siento no puedo— se paró sin más, parecía querer decir algo más, pero no lo hizo, dejó escapar el aire que parecía que había retenido durante bastante tiempo, lucía frustrado y salió del estudio sin siquiera mirarme.

Me recoste en el sillón un instante contrariada, cansada, negando todo lo que había pasado hace un rato, lo seguro era que me iba a quedar, realmente no tenía donde ir, la señorita Stephanie no se negaría en ayudarnos, pero la pondría en peligro con el hijo de Sicilia buscándome, pero mi estancia de los niños y mía sería de muchos cambios, también el choque de culturas entre los chicos y ellos.

La idea de lo que hicieron, me prendía un poco ¿estoy mal de la cabeza? pero también tengo miedo sobre aquello, siento que una vez que lo intente no habrá vuelta atrás.

Era muy difícil la convivencia con los chicos, solo imaginense tener cinco hombres diciéndote que te quieren estar contigo es una ¡locura! Si alguien a los 17 años me hubiera dicho que estaría con cinco hombre SOLO para mí, me reiría.

Decidí ir a mi cuarto y quitarme todo lo que llevaba puesto, me sentía apretada, estar encerrada y comer todo el día con el par diabólico, no me estaba ayudando mucho, sabía que mis hijos estarían con los chicos, y aquel par estaba teniendo cariño a los Galiano.

Hades entró al cuarto con una exhalación, con la fuerza que lo haría un toro.

Sin poder reaccionar, Hades se abalanzó sobre mí, posó una mano en mi nuca y con la otra aferró mi barbilla sin llegar a lastimarme, y me beso, nuestros cuerpos chocaron, el impulso fue tanto que trastabilla dando un paso hacia atrás.

Aquel beso era duro, demasiado para ser verdad, no como el que había tenido en el estudio, este era exigente como Hades, hambriento y demasiado largo...Un beso lleno de ganas, un beso el cual yo recibí gustosa.Nuestras bocas se buscaban tratando de recordar caminos, parecía que querían fundirse en una sola.

Mi corazón latia demasiado rapido, lo podía sentir por todo mi cuerpo, pulsaba y pedía mas de Hades, sin dejar de besarlo enterre mis dedos en aquel pelo negro como la oscuridad y acaricie su cabeza.

—Porque aquel día, mierda...—jadeó Hades en mi boca al separarse. Su voz salió demasiado ronca.Sabía a qué se refería pero no terminaba aquella frase. No entendía que lo hizo cambiar de opinión—.Desde aquel día hace cinco años te ganaste mi respeto, y me fue imposible no buscarte.

Ante aquello me quedé sin palabras y sin aliento, tratando de entender, porque aquello no parecía cierto, pero en sus ojos se reflejaba la sinceridad de aquellas palabras.

—Hades...—susurre.

Fue lo único que pudo salir de mi boca, ya no tenía dominio de la situación pero ¿desde cuando lo he tenido?

—Tengo tantas ganas de tocarte, y hundirme en ti, se que mis hermanos ansían también aquello, pero esta noche yo te demostraré lo mucho que te deseo...

Nuestras bocas volvieron a unirse, y de nuevo empezamos una exploración.Hades coló una mano por debajo de mi blusón y acaricio mi nalga.Se alejo de mi boca recorriendo mi cuello con pequeños mordiscos de forma descendente hasta llegar a mi clavícula,que lamió con gusto.Solo logre soltar un suspiro.

Desde que había llegado a su casa, pensaba en la posibilidad de volverlo a sentir dentro de mí, y ojalá sentirlo con sus hermanos en esta misma situación.Los Galiano eran todo lo que una mujer deseaba. Eran como una droga, una vez probarla no podías dejarla.

El Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora