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"Hoy me sentía algo intranquilo, a decir verdad, estaba demasiado nervioso, hoy era el baile de dar una despedida a la primavera, el mes de los enamorados.

Solo los del penúltimo y último año podían asistir a ese baile con pareja, mi hermano había invitado a Kagome como su pareja para este baile, ella aceptó.

A desilusión mía, yo estaba en la sala con mis padres esperando a que Inuyasha salga de su habitación, ya vestido para darle el visto bueno.

La idea de mi padre fue que usara el típico smoking de color negro, una cola alta que hacía referencia a su madurez, mi madre fue quien compró un smoking de acuerdo a su criterio, ella sabía como podría quedarle a él.

Escuchamos la puerta cerrarse, los pasos se acercaron hasta las gradas y las empezó a bajar, sabía que ya estaba listo pero necesitaba saber si le quedaba bien.

-¿Y? ¿Qué tal me veo?

-Te ves bien hijo.

-Estás guapísimo cariño.

-Gracias mamá, papá - me vio esperando a que diga algo, no tenía nada que decir-¿cómo me veo Sesshomaru?

-Hmp.

-Lo tomaré como un bien.

El timbre de nuestra casa sonó, uno de los sirvientes fue abrir mientras Inuyasha sonreía un poco, no entendía el carácter de mi hermano.

-Buenas noches señorita Kagome.

-Buenas noches Jaken.

Su voz me hizo saber que ella había llegado, me acomodé un poco más en donde estaba sentado hasta esperar a que llegue.

-Buenas noches señor y señora Taisho, Sessh, Inuyasha.

-Buenas noches querida.

-Te ves hermosa Kagome - y él no mentía, el vestido que traía puesto se apegaba a su hermosa figura, era de un color verde que hacía combinación con el color de su piel, sus ojos y su cabello, ni hablar de su cabello, estaba suelto con risos y brillo, sus labios estaban levemente rojos - con esto te verás más hermosa - dijo colocándole una pequeña flor en su muñeca.

-Gracias Inuyasha.

-Debemos darnos prisa antes de que sea tarde.

Ambos se despidieron luego de muchos alagos y fotos de parte de mis padres, creía que estaban exagerando demasiado, me despedí y me encerré en mi habitación, a veces deseaba ser el hermano mayor para poder invitar a Kagome al baile, ser yo quien baile con ella, ser yo quien hubiese puesto esa flor en su muñeca.

El tiempo estaba pasando demasiado lento para mí, a penas habían pasado dos horas desde que se fueron, mis padres ya estaban dormidos, ellos llegarían en una hora como máximo.

Una idea descabellada apareció en mi cabeza, no dude en hacerlo, me coloqué el smoking y salí por la parte trasera de mi casa.

Diario de un adolescente enamorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora