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"Recordé las veces que pasamos navidad juntos, al menos las cenas de nochebuena, cada uno haciendo sus propias cosas; Bankotsu, robando las galletas recién horneadas; Inuyasha, alardeando sobre su equipo; tú, aumentabas salsa barbacoa a tu ración de filete, te gustaba esa combinación.

Decidiste compartir tu gusto conmigo.

Derramaste la salsa sobre mi filete, con una sonrisa, que solamente parecía brillar cada vez más, me miraste. Te lo pediría muchas veces sin cansarme, mírame de esta manera todos los días y solamente a mí.

-Esto te encantará, Sessh.

Te encantaba la comida agridulce, pero yo lo odiaba. La salsa barbacoa no era mi sabor favorito.

-¿Y qué tal? ¿Te gustó?

-Hmp.

Solo esa fue mi respuesta.

-Tomaré eso como un sí. - Decidiste aumentar más salsa a mi filete. Si otra persona lo habría hecho estaría en mi lista negra, pero eras tú quien lo hacía y solo por ser tú estaba bien.

Al final de la noche fue el intercambio de regalos, todos estaban felices con cada regalos que recibieron, riendo por las nuevas anécdotas que tenían, en eso tú aprovechaste en acercarte, con una bolsa blanca con un listón dorado escondida detrás de tu cuerpo.

-Feliz navidad, Sessh.

No pregunté que era, solo lo recibí sintiendo las manos temblorosas y ni hablar de mi corazón, en cualquier momento se detendría.

No sabía que tendría que regalarte algo con más valor, mi regalo parecía ser una burla con lo que te di. Yo solo te di un prendedor con forma de un arco con su flecha, pero también te regalé mi corazón.

Eso no bastaba.

Abrí tu regalo y descubrí una peineta plateada sobre una tela suave y blanca, supuse que era seda al pasar mis dedos por encima.

-Es de plata.- Hablaste al posicionarte detrás de mí.- Quería pedir que lo bañaran en oro, pero sería muy llamativo y sé que no te gusta eso.

Escuché tu risa con el recuerdo, levanté la peineta con cuidado, debí parecer un tonto.

-¿Puedo ?

Acepté sin decir alguna palabra, peinaste mi cabello con delicadeza, como si en verdad no quisieras lastimarme, como si en tus manos levantaran hilos de seda.

Cerré los ojos instintivamente, disfrutando de la calidez de tus toques.

-Es raro.- Dijiste al sujetar mi cabello con el listón dorado de la bolsa - A Inuyasha no le gusta que le toquen el cabello, pero a ti sí.

No me importó que mencionaras a Inuyasha, yo solo deseé
quedarme con el
recuerdo. "



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Faltaban dos noches para noche buena, pero no había prisa por hacer los planes, por lo que mis padres y yo estábamos en la sala, cada uno se encontraba con sus platos de comida, por pedido mío y de mi madre, decidimos ver los partidos de la Volleyball National League.

Mi madre y yo apoyamos al equipo de Japón, pero mi padre elegía a Brasil, aunque él parecía no entender las jugadas de los equipos.

Nos quedamos con la intriga al ver el marcador, era la quinta cancha, ambos equipos peleaban por cada, punto. Aún faltaban cinco puntos para que el partido se diera por finalizado, en vez de comer nos dedicamos a mirar el partido.

Diario de un adolescente enamorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora