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11 años

"Estos días no fueron lo mejor para mí, últimamente mis padres se la pasaban peleando cada vez que respiraban, sentía que poco a poco el amor que ellos sentían se estaba esfumando. Tenía miedo.

Mi hermano no parecía tomar atención a lo que pasaba en nuestra casa, estaba entretenido con los entrenamientos del equipo.

-Sesshomaru Yako Taisho - la voz de mi maestra me despertó - otra vez no presentaste tu tarea por completo.

-Lo siento - solo bajé la mirada, apenado por no haber terminado por completo. Sería una deshonra para mi abuelo.

-Espero que no sigas así.

Siguió con su andar donde mis compañeros para seguir dando notas sobre las tareas. El timbre sonó anunciando el inicio del recreo, todos salimos en dirección al patio, me sente en una de las bancas y escondí mi rostro entre mis rodillas.

-No estés triste Sessho - sentía la mano de Bankotsu sobre mi cabeza - todo pasará tarde o temprano.

-Eso espero.

Las clases terminaron y fue suerte haber salido rápido, sin tener que aguantar los sermones de mis profesores, me despedí de Bankotsu cuando vi al chófer de la familia.

-Inuyasha.

-Keh.

El camino a casa fue muy silencioso, como siempre lo era, cuando llegamos mi madre no estaba en casa pero mi padre se encontraba en la sala.

-Ya llegamos padre.

-Su almuerzo está servido, pueden ir - él se encontraba sentado con muchas hojas en la mesa, otro día que no almorzaba con nosotros.

Ver como mi comida se enfriaba era aburrido, así que salí del comedor para ir al patio, teníamos un árbol en el cual nadie se acercaba para treparlo. Vi como unas hojas caían, pero también vi otra cosa caerse, me acerqué rápido para ver que era realmente.

Era una pequeña ave, un pichón. Aún no tenía muchas plumas, podía ver su piel rosada y sus ojos que recién estaban formándose, al parecer estaba buscando a su madre, podría devolverlo a su hogar, al dirigir mi mirada al árbol, el nido estaba casi en la punta, yo no sabía trepar árboles.

Tal vez mi padre podría trepar y devolverlo con su familia, lo tomé entre mis manos y corrí al lugar en donde mi padre se encontraba.

-Padre, mira, encontré un...

-Silencio Sesshomaru - mi padre caminó hasta tomar su celular, al parecer este sería otro día sin poder mostrar algo a mis padres.

Me quedé mirando a mi padre, tal vez esa llamada sería rápida y podría ponerme atención, tal y como lo hacía antes.

-Sí, soy yo - el pequeño pichón que traía en manos se calmó un poco, necesitaba un lugar caliente - enseguida voy.

Se fue, sin decir nada. Algo dentro de mí empezó a sentirse raro, mis ojos sentían una extraña picazón, como si alguien estuviera picando cebolla.

-Por esta vez estaremos solos.

Me dirigí a mi habitación, estaba solo, no era una sensación agradable, era peor de lo que imaginaba, pero aún así, coloqué al pequeño pichón en una caja de zapatos que encontré, colocando algodón y ropa.

Diario de un adolescente enamorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora