•30•

44 8 1
                                    

"En cualquier momento hubiera preferido no tener celular, más que todo ahora.

Soñaba con algunos recuerdos pasados, Kagome se robaba cada sueño, tan llamativa y hermosa, que siempre se llevaba mi atención.

Esa ilusión me lastimaba, pero no podía evitar pensar en ella. Tan mala era la situación.

<<-Sessh.

-Hmp.

Me miró, con esos ojos hechizantes en todo sentido, daría cualquier cosa para siempre mirarlos con esa misma intensidad.

-Las personas son muy malas - Levantó sus manos, para después colocarlas en mi rostro.

Lo acarició, se sentía tan suaves que me sentía bien con solo ese pequeño toque. No quería que parara y parece que ella lo entendió, no paró en ningún momento con sus caricias, siguió mirándome.

-Lo sé.

Sus manos subieron un poco, acariciando mi cabeza, su mirada se volvió triste, como si supiera lo que vendría.

-Es por eso que no podemos estar juntos.

Mi corazón volvió a latir dolorosamente, lo acepté muchas veces, pero escucharlo salir de ella, dolió más que un pelotazo en el rostro.

Y eso que una vez Inuyasha me lanzó el balón de basketball justo en el puente de mi nariz.

-¿Sessh?... ¿¡Sessh!? - su voz se distorsionó, sentía que otra voz se unía a la suya.

-¿Kagome? >>

El sonido de mi celular me molestaba, ese molesto sonido era de lo peor, abrí mis ojos.

Primeramente me fijé en la ventana, el sonido de la lluvia llegó hasta mis oídos, tal vez fue el sonido que hizo que durmiera profundamente. Era muy tranquilo, sino fuera que mi celular vibraba.

¿Quién sería capaz de molestar a estas horas?

En el reloj de mi mesita de noche apuntaban aproximadamente las 3 de la mañana.

Tomé el celular con mucha flojera, la pregunta era, ¿por qué tendría que contestar? Podría llamar de nuevo más tarde.

-Buenas noches.

Contesté, un trueno se hizo presente, vaya, sería una interesante noche.

Pero no hubo respuesta.

Por el brillo ni siquiera pude leer el nombre.

Que molesto.

-¿Buenas noches?

Volví a preguntar, esperando respuesta. Debería pagar por haberme levantado a estás horas.

-¿Sessh... omaru?

Esa voz, aunque sonaba distorsionada podía reconocerlo en cualquier lado.

-¿Inuyasha, eres tú?

-¡Hermanito! - Arrastraba las palabras, por lo que pude pensar que estaba ebrio.

-¿Dónde estás?

Podía escuchar las gotas de lluvia y algunos autos a lo lejos, entonces supuse que se encontraba en la calle.

-Inuyasha.

Volví a repetir, como si se habría dormido por ahí.

-Estoy en la puerta, ábreme.

Y colgó.

Diario de un adolescente enamorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora