Oliver descubrió que Erin aún estaba viva horas después del incidente. Había pasado esas horas sufriendo un colapso mental fuera de la enfermería. Incluso había cancelado la práctica de quidditch. Nunca podría entrenar a su equipo mientras tal vez podría haber matado a alguien. Sin embargo, nadie quería decirle nada. La única persona que había salido de la enfermería era el profesor Dumbledore y no podía decirle nada. Solo le hizo preguntas sobre lo que había sucedido, pero pronto se dio cuenta de que Oliver no estaba en condiciones de responderlas adecuadamente.
A la hora de la cena fue al Gran Comedor del castillo. Donde quiera que fuera, la gente lo miraba, algunos enfáticamente, otros, en su mayoría Hufflepuffs, mirándolo con disgusto. No podía culparlos porque sentía exactamente lo mismo. Sus amigos seguían preguntándole si estaba bien, pero ¿Cómo podría estarlo?
Inmediatamente después de la cena, regresó a la enfermería y no se iría antes de tener algún tipo de respuesta. Estaba a punto de tocar las puertas dobles cuando se abrieron, revelando a una Madame Pomfrey de aspecto cansado.
–¿Ella se encuentra bien?– fue todo lo que Oliver pudo decir.
–Si está bien, pues no. Viva, sí– dijo.
–¿Estará bien?– Madame Pomfrey suspiró.
–Sí, chico, lo estará, ya me he ocupado de esto antes– Le quitaron un gran peso de los hombros. No la había matado. Ella estaría bien.
–¿Puedo entrar a verla?– Madame Pomfrey estaba realmente molesta ahora.
–Estará inconsciente por un par de días, ha perdido mucha sangre, pero adelante. Ahora apártate de mi camino para que pueda servirme un buen vaso de whisky de fuego.
Oliver se hizo a un lado para dejar pasar a la mujer. Ahora que finalmente tenía su respuesta, tenía miedo de cruzar las puertas. Tenía miedo de ver el daño que había hecho. Respiró hondo por última vez y entró, explorando la habitación oscura en busca de su amiga.
Ahí estaba, cubierta con una sábana blanca nueva, la luz de la luna reflejándose en su piel. Estaba increíblemente pálida, como si estuviera hecha de porcelana. Si Madame Pomfrey no le hubiera dicho que estaría bien, pensaría que estaba muerta. Tomó una silla y se sentó junto a su cama. Tenía pequeñas líneas blancas en todo el cuello y los brazos, probablemente también en el resto del cuerpo. Eran cicatrices que le había causado. Él tomó su mano torpemente, esperando que de alguna manera eso ayudara.
–Lo siento– susurró – Lo siento mucho – No pudo evitar que se le formaran lágrimas. Nunca había herido a alguien tan gravemente, especialmente a uno de sus amigos. ¿Por qué no había tenido más cuidado?
–Creo que es mejor que te vayas– Oliver miró hacia arriba para ver a una Beatrice furiosa al final del pasillo.
–Nunca quise...
–Dije que te vayas. ¡Ya has hecho bastante!– Casi estaba gritando, despertando a la mitad de la enfermería. Oliver suspiró y se puso de pie. No podía discutir con eso.
–Todo lo que haces es lastimarla– apretó los dientes mientras él pasaba. Oliver no sabía muy bien qué quería decir con eso, pero era la menor de sus preocupaciones en este momento.
Oliver no pensó que podría empeorar, pero el día siguiente definitivamente lo hizo. Iba camino al campo de quidditch cuando se cruzó al equipo de quidditch de Hufflepuff, que acababa de marcharse.
No lo asimiló de inmediato. El equipo de Hufflepuff se había ido mucho antes de que se diera cuenta de por qué estaban en la cancha. El partido de Capitán, hoy era el partido que decidiría quién sería el próximo capitán de Hufflepuff, el partido en el que Erin no podía dejar de pensar y ella no estaba allí. No solo había llevado a la niña a la enfermería, se había llevado su sueño y no sabía muy bien cómo manejar eso.
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𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓
Fanfiction"¿Qué? No, por supuesto que no. Estás bromeando, ¿Verdad?" Eso fue lo que Oliver Wood le dijo a Erin Evans cuando ella finalmente se armó de valor para invitarlo a salir. Él había pisado su corazón y ni siquiera parecía darse cuenta. Pero este año...