42. No estabas allí

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–Oli, ¿Qué demonios es esto? ¡Tu novia me está mirando a través de un espejo parlante!– Marlo gritó a través de la habitación, mirando el reflejo de Erin de manera extraña. La niña la miraba con ojos enormes y parecía como si hubiera estado llorando. 

–¡Oli! Saca tu trasero de la cama. ¡Creo que está llorando!

Las manos de Erin estaban temblando y no podía apartar los ojos de Marlo. La niña se veía impecable, incluso cuando acababa de levantarse de la cama. 

Oliver estaba en casa, en su cama, y ​​Marlo también estaba allí. Había dormido en casa de Oliver. No se había presentado a su cita en Hogsmeade porque estaba durmiendo con Marlo. Después de tres meses de no verla, la había reemplazado.

Erin no podía respirar. Ella se estaba ahogando con las lágrimas cuando comenzó a temblar. Sus nudillos se pusieron blancos mientras agarraba el espejo con fuerza. 

–Oliver, creo que será mejor que vengas aquí– escuchó decir a Marlo, pero ya no quería escuchar su voz y definitivamente no quería ver a Oliver. Nunca había esperado que hubiera un momento en el que lo último que quería era no ver a Oliver, no ver a su Capitán.

Entonces, antes de que él pudiera aparecer en el reflejo, ella reunió toda la ira que estaba sintiendo y la rompió. Lo rompió en tantos pedazos como pudo, las lágrimas nublaron su visión. Sus manos estaban sangrando por el lugar donde los fragmentos le habían cortado la piel, pero no sintió ningún dolor físico. Todo lo que podía sentir era que su corazón se rompía lentamente, en tantos pedazos como el espejo que estaba a sus pies.

Apenas podía procesar lo que estaba sucediendo. Todo su cuerpo estaba temblando, así que acercó las rodillas al pecho con la mayor fuerza posible, clavándose las uñas en las palmas de las manos para tratar de adormecer el dolor. Quería gritar, golpear algo, herir algo. Pero todo lo que hizo fue lastimarse a sí misma, ya que su visión comenzó a nublarse. Se presionó las manos contra su pecho y trató de respirar, pero el ataque de pánico se estaba apoderando de ella. Quería desaparecer, simplemente no existir más. 

–¿Erin? ¡Erin!– Erin no levantó la vista ante el sonido de su nombre, no podía. Todo lo que pudo hacer fue entrar en pánico.

–¿Erin? ¿Qué pasó?– Erin sintió una mano envolver sus hombros mientras la otra se colocaba sobre los de ella. La mano cálida se sintió bien contra su piel fría. Los dientes de Erin castañeteaban y su respiración se mezclaba con fuertes sollozos. 

–Oye, Erin, solo escucha mi voz, ¿De acuerdo?– George la abrazó un poco más fuerte, frotándole las manos para calmarla.

–Solo concéntrate en tu respiración. No pienses en nada más, solo concéntrate en inhalar y exhalar– Erin asintió con la cabeza, solo tratando de hacer lo que dijo George. No tenía ni idea de cómo manejarse o qué hacer en general, así que simplemente hizo lo que él dijo. Ella haría cualquier cosa para salir de su cabeza ahora mismo. 

–Lo estás haciendo muy bien, Erin. Olvídate de todo y escucha tu respiración. Solo entra y sale, lo estás haciendo muy bien– continuó George. En solo un par de minutos, la había calmado.

–¿Estás bien?– Preguntó gentilmente, alejándose un poco para poder mirarla. Erin miró hacia arriba de mala gana y su labio comenzó a temblar en el momento en que lo hizo. 

–Oye, está bien, ven aquí– George la atrajo a un fuerte abrazo, dejándola llorar en su hombro. Erin empezó a distinguir voces. Miró hacia arriba para ver a Fred parado un poco más lejos con Beatrice y Meredith. Erin se soltó, queriendo volver al castillo antes de que toda la escuela la mirara. 

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora