11. Excelente claridad del aire en el campo

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Erin todavía tenía que esperar un par de horas antes de que comenzara su práctica de quidditch y de alguna manera estaba de humor para meterse con Oliver. Sabía que ahora tenían práctica y desde su pequeño momento en la clase de aparición, sintió la necesidad de hablar con él todo el tiempo. Beatrice se había dado cuenta y lo sospechaba.

–¿A dónde vas?– preguntó cuando Erin comenzó a empacar sus cosas.

–Voy a espiar a Gryffindor. ¿Puedo tomar prestados tus binoculares?

–Seguro, supongo– dijo confundida. Beatrice tenía unos binoculares enormes que le habían regalado sus padres en Navidad el año pasado. Sus padres eran encantadores, pero un poco excéntricos. Siempre le daban a Beatrice las cosas más extrañas. Era extraño pensar que esas personas habían producido a una Beatrice malvada y malhumorada.

–Gracias, B– dijo Erin mientras regresaba de su dormitorio, con binoculares en mano.

–¿Espiar a Wood, quieres decir?– Erin sonrió. Definitivamente.

–Tal vez. ¡Te veré en el almuerzo!– Erin salió y se dirigió al campo de quidditch. Podía oír a Oliver gritarle a su equipo desde una buena distancia. Era un verdadero maniático cuando se trataba de quidditch. Erin se colocó en el borde del campo, claramente visible. Sacó los binoculares y trató de encontrar el rostro de Oliver, esperando su reacción.

–Oye, Wood, creo que tenemos una visita– gritó Fred. Oliver vio a Erin en la hierba y Erin no pudo evitar sonreír ante la mirada confusa en el rostro de Oliver. El chico voló y aterrizó justo frente a ella. Erin seguía mirando a través de los binoculares, riendo entre dientes ante la enorme imagen de la nariz de Wood.

–¿Qué estás haciendo exactamente, Evans?– Preguntó Oliver. Erin bajó sus binoculares, fingiendo una mirada confusa.

–Oh, no te vi allí, Wood– bromeó, luciendo su sonrisa más inocente.

–¿Nos estás espiando?

–Definitivamente no.

–Entonces, ¿Por qué estás al borde del campo, mirándonos a través de unos binoculares?– Erin notó una pequeña sonrisa, tirando de los labios de Oliver. No estaba enojado, lo que Erin no esperaba. Era una pena, pero tampoco le importaba su sonrisa.

–Estaba... viendo los pájaros. Hay excelente claridad del aire en el campo– dijo Erin, sin poder ocultar una sonrisa.

–Viendo pa... ¿De qué estás hablando, Evans?– Oliver se rió – Aléjate de mi práctica de quidditch, nos estás interrumpiendo.

–¿Pero qué hay de todos esos pájaros que me perdería?– Erin dijo, mirando hacia el cielo. No había nada que ver, maldita sea.

–Evans, saca tu trasero de aquí.

–Oblígame– Antes de que tuviera tiempo de responder, se dejó llevar cuando Oliver la arrojó por encima del hombro.

–¡Wood, bájame!– Erin gritó.

–Me desafiaste– suspiró, alejándose del campo.

–Te odio– murmuró Erin, todavía sonriendo. Oliver la dejó a unos cien metros del campo de quidditch.

–No te atrevas a volver, o haré que te castiguen– sonrió Oliver. Miró a Erin desconcertado, tratando de averiguar por qué estaba de ese humor. No podía decir que no le importaba.

–Ay, Capitán– saludó Erin, antes de regresar al castillo. Ella se había divertido.

–¡Cuida tu espalda, Evans!– Oliver gritó antes de que volviera a su práctica.

–Wood se está enamorando de una Hufflepuff– Gritaron los gemelos mientras Oliver regresaba al campo.

–Muy graciosos– dijo, tratando de deshacerse de la persistente sonrisa en su rostro.

–Erin Evans y Oliver Wood, no suena nada mal– Katie guiñó un ojo mientras pasaba volando.

–Todos ustedes detengan esa tontería ahora o todos pueden prepararse para hacer vueltas extra– dijo Oliver y trató de recuperar su postura. No le gustaba Erin de esa manera. Eran amigos, pero eso es todo. ¡Ella era la capitana de quidditch de Hufflepuff, por el amor de Merlín!

Oliver no era la persona más creativa que había, por lo que le tomó un par de días descubrir cómo podía molestar a Erin. Ella lo había sospechado, ya que se había dado cuenta de que él la miraba varias veces durante la cena. Eso la confundió. Estaba segura de que ella no le gustaba de esa manera, porque estaba en un equipo de quidditch contrario.

Él nunca podría gustarle una competidora así. Pero los sentimientos que tenía cuando ella se reía o cuando le sonreía en los pasillos lo confundían. No se sintió así cuando Katie o Angelina le sonrieron. Tal vez fue solo porque eran amigos más nuevos. Tal vez todavía se sentía un poco incómodo con ella.

El miércoles por la tarde, durante la práctica de quidditch de Hufflepuff, Oliver se sintió un poco aburrido. Lo suficientemente aburrido como para idear un pequeño plan para molestar a Erin como lo hizo ella. Caminó hasta el campo y se escondió debajo del puesto de Gryffindor. La tela que cubría las gradas estaba llena de agujeros, por lo que podía ver fácilmente al equipo practicando. Este era un excelente lugar para espiar ahora que lo pensaba.

Vio a Erin, acelerando en el aire, y sacó su varita. Sabía que podía perder algunos puntos importantes de la casa por esto, pero no podía dejar que Erin se saliera con la suya por su pequeña broma de espionaje. Metió su varita a través de uno de los agujeros más grandes y apuntó a la escoba de Erin.

–Locomotor– susurró y cuando la escoba de Erin se detuvo por completo, supo que lo había logrado. Erin chilló cuando su escoba se detuvo, casi tirándola.

¿Qué está pasando? Su escoba dejó de escucharla por completo, balanceándose suavemente de izquierda a derecha. ¿Por qué estaba haciendo esto? Estuvo perfectamente bien hace un minuto. A menos que alguien la hubiera manipulado.

Trató de bajarse de la escoba, pero en lugar de eso se sacudió hacia atrás, haciendo que Erin casi se soltara.

–Oye, Erin, ¿Qué está pasando?– Cedric la llamó. Erin tenía sus sospechas, un ceño fruncido creciendo en su rostro. Después de otro tirón a la izquierda, tuvo suficiente. Tiró de su escoba y la obligó a bajar, rompiendo el hechizo de Oliver.

–¡OLIVER WOOD!– Erin gritó mientras sus pies volvían a tocar el suelo.

Oliver sabía que esa era su señal para irse, pero su repentina fuga reveló su ubicación. Antes de que pudiera dejar las gradas, una furiosa Erin estaba parada frente a él, pinchándole su dedo en el pecho.

–¡Qué diablos, Oliver!– ella gritó – ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Eso fue peligroso!

–¿Desde cuándo nos llamamos por nuestro nombre?– Oliver sonrió, sorprendiendo a Erin con la guardia baja.

–¿Qué? Por que... ¡Agh, eso no importa! Podrías haberme herido, idiota– espetó Erin, entrecerrando los ojos. Era un poco difícil permanecer enojada mientras Oliver le sonreía, disfrutando plenamente de su broma.

–Pero no lo hice, ¿Verdad?– Erin no pudo evitar perder su mirada dura cuando Oliver siguió sonriéndole. Maldita sea, tenía una linda sonrisa.

–¡Eres despreciable, sal de aquí!– dijo mientras sostenía una sonrisa. Oliver se encogió de hombros y salió.

–Nos vemos, Erin.

Erin se tomó un minuto para procesar lo que acababa de pasar y luego se fue. Todos los miembros del equipo la miraban confundidos.

–¿Qué estaba haciendo Wood aquí?– Preguntó Cedric.

–Solo es un idiota molesto. No te preocupes por eso, ya se ha ido– dijo Erin y montó en su escoba. Necesitaba concentrarse. Estúpido Wood, o... Oliver.

–¡Vamos, el primero que falla un tiro en la portería hace vueltas!– gritó y volvió a su juego de quidditch. A Erin solo le quedaba un mes para prepararse para el partido contra Gryffindor, por lo que necesitaba concentrarse.

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora