10. Bueno, me gusta que seas amable

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–No pensé que vendrías– dijo Oliver cuando Erin se unió a él en la clase de aparición.

–Lo sé, deberían haberme puesto en Gryffindor– bromeó Erin, ocultando el sentimiento estresante que tenía. No era que ya no confiara en Oliver, solo que le disgustaba mucho el recuerdo de haber sido lastimada.

–Me di cuenta que seguiste mi consejo– dijo Oliver, ganándose el ceño fruncido de Erin – Estás conociendo a tus compañeros de equipo.

Debe estar hablando de Anthony, pensó Erin, recordando ese extraño momento hace dos días.

–¿Te refieres a Anthony? Sí, es realmente agradable– Erin se encogió de hombros, sin saber qué significaba la mirada de Oliver. Parecía... escéptico.

–Sí, seguro que él también piensa que eres amable– dijo Oliver, sonando un poco celoso, lo que sorprendió enormemente a Erin.

–¿Qué se supone que significa eso?

–Nada. Parece que le gustas mucho.

–Bueno, eso es algo bueno, ¿No?

–Supongo– Se miraron el uno al otro por un rato, tratando de entenderse, pero fallando miserablemente. Oliver podía ser un misterio a veces.

El hombre del Ministerio reunió a todos, repasó las reglas nuevamente y no mucho después, llegó el momento de practicar nuevamente.

–Si vuelves a hacer que me lastime, personalmente te cortaré la cabeza, ¿De acuerdo?– Erin bromeó para aliviar sus nervios.

–Me portaré lo mejor que pueda– dijo Oliver, luciendo un poco incómodo también. Erin agarró su varita con fuerza, aclarando su cabeza. Imaginó su lugar designado en el Gran Comedor para aparecer y respiró hondo.

–Aquí voy– susurró, seguido de un movimiento de su varita. Una sensación fría e incómoda se deslizó por todo su cuerpo y fue levantada del suelo. Sintió que su cuerpo fue empujado en todo tipo de direcciones y su estómago no estaba de acuerdo con eso. Un momento después, sus pies tocaron el suelo de nuevo y abrió los ojos. Ella todavía estaba viva y bien.

–¡Lo hice!– Murmuró, buscando a Oliver. Se paró al otro lado del Gran Comedor, buscando a Erin. Parecía un poco incómodo, así que Erin volvió a agarrar su varita y se apareció.

Apareció de nuevo frente a Oliver, quien sonrió aliviado.

–¿Estás bien?– preguntó y Erin no pudo ignorar las mariposas que sintió al notar que Oliver estaba preocupado por ella.

–Estoy bien– dijo con una sonrisa que probablemente no dejaría su rostro por bastante tiempo.

–Buen trabajo, señorita Evans. Es bueno ver que el accidente no la ha asustado– dijo el hombre del Ministerio – Saldremos un rato con los que ya lo tienen dominado para practicar en un nuevo entorno. Ustedes dos pueden acompañarnos si lo desean– Erin asintió, extrañamente emocionada.

–¿Estás segura? Hace viento afuera– dijo Oliver – Podría pasarte algo.

–Aww, Capitán, ¿Está preocupado por mí?– Erin bromeó, haciendo que Oliver se sonrojara levemente.

–No, pero aun así no me gustaría verte morir– dijo torpemente, sin saber cómo comportarse. No sabía por qué estaba actuando de esa manera y lo estaba confundiendo, pero no podía mentir que le preocupaba Erin.

–Bueno, me gusta que seas amable, gracias– sonrió Erin. Oliver la miró. La mayoría de las veces evitaba su mirada, ya que sus profundos ojos azules a menudo lo hacían sentir incómodo, pero la forma en que dijo esa oración lo atrajo hacia ella, deseando tener contacto visual.

–Bueno, a mí también me gusta no lastimarte– medio sonrió y por un segundo, tuvieron un momento que fue diferente. Oliver no pudo ubicarlo, incluso si lo intentara. No tenía idea de lo que estaba pasando, pero el momento se sentía tan cómodo por alguna razón. Erin sabía lo que estaba pasando. Se estaba volviendo locamente enamorada de Oliver Wood y no había forma de detenerlo.

–¡Vamos ustedes dos, vamos a salir!– dijo el hombre del Ministerio, seleccionando dúos aquí y allá.

–Vamos– dijo Erin.

–Pero apenas puedo aparecerme aquí, todavía no puedo salir– Oliver entró en pánico.

–Por supuesto que puedes. Yo te ayudaré– Erin lo tomó de la muñeca y lo arrastró fuera, siguiendo a algunos de los otros estudiantes.

Oliver estaba claramente incómodo ante la idea de aparecer afuera. Aunque no lo admitiría, no era el mejor en las apariciones porque lo ponían nervioso. El "nuevo entorno" que el hombre del Ministerio estaba sugiriendo definitivamente no ayudó.

–Wood, cálmate. Puedes hacerlo– La suave voz de Erin lo sacó de su propia cabeza, de regreso a los terrenos de Hogwarts.

–¡Aparezcan dentro de cien metros por favor! ¡No queremos que nadie se pierda!– gritó el hombre del Ministerio – ¡Recuerden las Tres D: Destino, Determinación y Deliberación!

Oliver suspiró, secándose las manos en la túnica.

–Vamos, cierra los ojos– dijo Erin, notando lo nervioso que estaba Oliver. Ella sabía que él era perfectamente capaz de aparecer, pero de alguna manera sus nervios tomaron la delantera. Miró a su alrededor, notando que no estaban lejos del campo de quidditch. Podría haber sido un poco más de cien metros, pero no demasiado.

–Vamos, ciérralos– se rió mientras él no hacía lo que le decía. La miró con nerviosismo por un rato, antes de cerrar finalmente los ojos.

–Bien, ahora piensa en el campo de quidditch– dijo Erin. Oliver arqueó las cejas, pero pronto, una sonrisa apareció en su rostro.

–Estás parado en el medio del campo de quidditch, justo en el centro. Las gradas de Hufflepuff están a tu derecha, las de Gryffindor a tu izquierda. Los aros están justo frente a ti– Erin tomó lentamente la mano de Oliver, poniéndola en posición.

–¿Lo tienes?– Ella le preguntó. No parecía en lo más mínimo desconcertado por el contacto físico, mientras que Erin tuvo que dar un paso para no perder la concentración. Oliver asintió.

–Ahora agita tu varita y lleva tu trasero allí– dijo. Oliver respiró hondo y luego hizo lo que le pidió. Y luego se fue. Erin aplaudió con entusiasmo, ya que Oliver a menudo ni siquiera llegaba tan lejos. Agarró su varita y se concentró, apareciendo en el mismo lugar al que había enviado a Oliver.

Antes de que tuviera tiempo de recuperarse de su corto viaje, dos fuertes brazos la levantaron.

–¡Lo hice!– dijo Oliver, poniéndola de nuevo en el suelo.

–¡Te dije que podías hacerlo!– Erin intervino. La cantidad de determinación que necesitaba para no besarlo en ese momento estaba fuera de este mundo, pero sabía que no podía. Tenía una nueva amistad muy agradable ahora y como sus sentimientos no eran correspondidos, no quería deshacerse de eso.

–¿Carrera hacia el castillo?– Oliver sonrió, sosteniendo su varita. Claramente había ganado confianza al tener éxito.

–¡Te ganaré!

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora