44. Sí, en primer año

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Erin tomó la carta y la puso en su bolso para ponerla con las otras 16. Habían pasado poco más de dos semanas y Oliver le había enviado una carta todos los días. Sin embargo, Erin no las abrió. Abrirlas ahora solo resultaría en que ella quisiera hablar con Oliver y como no lo vería por otras tres semanas, ese no era un buen plan. 

Ella había hecho un buen trabajo al lidiar con la situación. Claro, todavía lloraba por la noche, mirando en secreto el recuerdo en su colgante una y otra vez, pero volvió a sonreír. Ella se rió de nuevo y realmente lo decía en serio. Quería superar la situación antes de decidir si volvería a meterse en ella o no.

Fred y George habían hecho un trabajo increíble para hacerla sonreír. Constantemente les pedían a ella y a Beatrice que planificaran y ejecutaran bromas con ellas. A pesar de que Erin no hacía nada de eso, no podía rechazar esas ofertas.

Especialmente porque a Beatrice le gustaba mucho y tal vez, solo tal vez, posiblemente, también disfrutaba pasar el rato con George. Tal vez fue porque todavía era vulnerable, o porque recientemente se dio cuenta de lo cariñoso y amable que es realmente George, pero no podía negar que sentía algo por él y no se iba a sentir culpable por ello. Iba a mantener la mente abierta y tomarlo con calma. Oliver se había equivocado y aunque ella todavía quería ver lo que tenía que decir, no estaba segura de querer volver a estar con él.

Benji también se había enterado de la situación, ya que era el chisme de la mitad de la mesa de Gryffindor y había tratado de consolar a Erin, pero tampoco sabía realmente qué hacer. Era un chico de catorce años, por supuesto que no sabría que hacer. Le dijo a Erin que maldeciría a Oliver con todos los hechizos que tenía la próxima vez que lo viera.

Otra carta cayó sobre su plato. Esta vez tenía una letra diferente, pero Erin no la reconoció.

–¿Cuándo se rendirá ese chico?– Beatrice puso los ojos en blanco. Había decidido oficialmente que nunca jamás volvería a gustarle Oliver y Erin no podía culparla. Erin también puso la segunda carta en su bolso. Probablemente fue una de las tácticas de Oliver, usar otra letra para que ella lo leyera, por lo que aún no estaba segura de si la abriría o no.

Erin notó a George en la mesa de Gryffindor, señalándole todo tipo de cosas que Erin no podía entender. Ella hizo una mueca de confusión para mostrarle que no estaba logrando nada con sus tácticas, así que finalmente, se puso de pie y se acercó a su mesa. 

–¿Qué diablos estabas tratando de decirme?– Erin sonrió cuando los alcanzó. George puso sus manos sobre los hombros de Erin con un suspiro. 

–No tienes clases hoy, ¿Verdad?– Preguntó George. 

–No– Erin miró hacia arriba lo más lejos que pudo para ver los ojos de George.

–Bueno, entonces vienes con Fred y conmigo. Tenemos algunas cosas que probar– sonrió. Erin se encogió de hombros. 

–Seguro.

–Genial– dijo George con un guiño y se fue de nuevo. 

–Está tan interesado en ti– dijo Anthony, quien había seguido toda la interacción. 

–Oh, no lo está, solo somos amigos– dijo Erin, sin estar completamente de acuerdo consigo misma. Claro, no intentó nada con ella porque era un ser humano respetuoso, pero ella vio la forma en que la miraba. Era la forma en que Erin siempre solía mirar a Oliver.

–Seguro Capitán, lo que tú digas– agregó Michael, lo que hizo que Erin sintiera una grieta en su corazón reabrirse. La llamaban así más a menudo, porque bueno, ella era su capitana, pero eso la hacía pensar en Oliver cada vez. La palabra tenía un solo significado para Erin y ese era Oliver, era su pequeño apodo para él. Él era su Capitán.

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora