25. ¿Desnudándote, Erin?

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Esa noche, Erin se dirigió a la cabaña de Hagrid para su castigo. Se había puesto un top, una camisa de manga larga, un jersey y una chaqueta, por si acaso Hagrid la enviaba a ir a su jardín o algo por el estilo.

Aunque no esperaba la detención, Erin estaba de muy buen humor. El beso con Oliver no solo la llevaba a las nubes cada vez que pensaba en ello, sino que sus predicciones se habían hecho realidad. Meredith le había pedido a Beatrice que fuera su novia y obviamente ella había dicho que sí. Beatrice le había contado sobre su cita con todos los detalles y Erin nunca la había visto tan emocionada y... femenina. Esto fue bueno para ella.

Significaba que Erin tendría que encontrar a otra persona para llevar a Hogsmeade la próxima semana, pero tal vez ella se quedaría con Michael, Tamsin y Anthony. Hogwarts siempre planeaba un viaje a Hogsmeade el sábado en la semana en que sería el Día de San Valentín. Erin tuvo una relación de amor y odio con la festividad, que fue un sábado de este año. Por un lado, pensó que era un poco comercial y desproporcionado, pero por el otro, le encantó el ambiente de ese día. Les dio a los estudiantes un impulso adicional para invitar a salir a la persona que les gustaba y un pequeño recordatorio para que los chicos ignorantes les dijeran a sus novias que las amaban.

Erin había estado soltera las dieciséis veces que había experimentado ese día, pero la alegría de los demás le trajo alegría. Beatrice, por otro lado, odiaba la celebración, pero seguro que sería diferente este año.

–¡Oye, Erin!– escuchó de camino a la cabaña. Se dio la vuelta para ver a Oliver corriendo hacia ella. Él debe haber recibido el mismo castigo que ella, lo que definitivamente no le importó.

–Hey, ¿Detención también?– ella preguntó.

–Sí, Snape es un verdadero idiota.

Hagrid ya estaba esperando afuera.

–Hola, ustedes dos. Vamos, entren. Hace un poco de frío afuera– dijo, dándoles la bienvenida en su humilde, pero definitivamente cálida morada. Siempre olía raro en la cabaña, un olor que Erin no podía identificar.

–No hay mucho que hacer. Supuse que Snape había estado dando detenciones por nada otra vez. Pueden vigilar a Fang durante una hora. Tengo que llevar algunas cosas al pueblo– dijo Hagrid. Hubo detenciones mucho peores. Erin miró a Fang, que estaba profundamente dormido.

–Si se despierta, quizás quieras darle algo de comer. Es en el gabinete de arriba– continuó Hagrid a medio camino de la puerta.

–Vuelvo en una hora. ¡Diviértanse!– Antes de que Erin u Oliver pudieran decir algo, ya había salido por la puerta.

–Bueno, cuidar perros no es exactamente la peor detención– se rió Oliver, sentándose en el sofá. Hacía mucho calor en la cabaña y Erin no estaba vestida exactamente para estas temperaturas, por lo que pronto se quitó la chaqueta y el jersey.

–¿Desnudándote, Erin? No creas que a eso se refería Hagrid cuando dijo "diviértanse"– bromeó Oliver. Erin sacó la lengua y guardó el exceso de ropa. Le dio a Fang un pequeño juguete de mascota en la cabeza y se sentó junto a Oliver.

–Siento haberte traído aquí– dijo Erin, jugando con una cuerda suelta en sus pantalones.

–No es culpa tuya. El estúpido Flint debería haberse ocupado de sus propios asuntos.

–Bueno, gracias por defenderme de cualquier manera. No tenías que hacerlo.

–Seguro que no necesitabas ayuda– se rió Oliver – Parecías tener todo bajo control.

–No te metas con un Hufflepuff– bromeó. Oliver la miró fijamente durante un rato. Se veía realmente bonita en la tenue y cálida luz de la cabaña de Hagrid. Mientras tanto, Erin estaba reflexionando sobre si debería preguntarle sobre el beso o no. Ella no esperaba que eso pasara, pero sacar ese tema así, garantizaría una conversación incómoda.

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora