47. Lo juro por dios, mujer

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–¡George, vuelve aquí!– Erin gritó mientras perseguía a uno de los gemelos por el pasillo. Ella había estado estudiando para una prueba de aritmancia, se estaba preparando en la biblioteca, mientras que los gemelos querían que la ayudara con uno de sus nuevos inventos. Cuando ella se negó, George había robado su libro de Aritmancia y se escapó. Por eso lo estaba acosando por el pasillo.

–¡Atrápame si puedes!– él grito. Tenía las piernas mucho más largas, por lo que no había forma de que pudiera atraparlo. Redujo la velocidad y suspiró. Ahora no podía estudiar nada y eso la molestaba. Regresó a la biblioteca donde Fred todavía estaba esperando. 

–¿No lo atrapaste?– sonrió, a lo que Erin respondió con una mirada desagradable. 

–Merlín, es solo aritmancia. Es aburrido de todos modos– Erin empujó sus libros.

–Bueno, lo siento si me tomo mis calificaciones en serio– espetó y salió.

–¡Vamos, Erin, no te enojes!– Gritó Fred. George entró mientras ella se dirigía a la salida.

–¿Entonces vienes con nosotros?– preguntó. 

–No. Ahora devuélveme el maldito libro.

–Vamos Erin, te necesitamos.

–Y yo necesito estudiar. ¡Dámelo!– George notó lo molesta que estaba y le devolvió el libro. 

–Está bien, está bien, lo siento– murmuró. Erin lo ignoró y salió de la biblioteca. Había estado extremadamente tensa estos últimos tres días y simplemente no podía lidiar con ellos en este momento. No había recibido más cartas de Oliver desde la de Marlo y eso la ponía nerviosa. ¿Se había rendido? Pero su carta ya habría llegado allí, ¿Verdad? ¿Él le respondería? ¿O debería haber escrito más de dos palabras pequeñas? Por eso quería esperar hasta las vacaciones de Navidad. 

–Oye, Erin, por favor no te enojes conmigo, no era mi intención– dijo George, bloqueando su camino. 

–Bueno, entonces no seas tan molesto– dijo, provocando que el rostro de George se cayera. Eso fue duro y Erin se dio cuenta. 

–Lo siento– suspiró –No me refiero a eso, solo estoy un poco al límite– Se sentó en el alféizar de la ventana y guardó el libro en su bolso. George se sentó a su lado. 

–¿Por qué?– preguntó. Erin realmente no quería hablar de eso, solo quería que las próximas dos semanas pasaran muy rápido. Ya ni siquiera estaba emocionada por el Baile de Navidad. 

–Solo estoy un poco preocupada. Ya no he recibido ninguna carta.

–¿Le respondiste?

–Lo hice– Erin suspiró, mordiéndose el labio –Hace tres días.

–Bueno, el correo puede ser terriblemente lento. Apuesto a que su carta está en camino. Solo dale uno o dos días más.

–Supongo que tienes razón– murmuró. Constantemente intentaba pensar en lo que haría si él no le respondía y eso la mataba. Ella no sabía lo que haría.

–¿Todavía quieres ir al Baile de Navidad?– George preguntó después de un rato. Claro que sí. Fred y Beatrice iban a ir juntos, así que sería una maravilla. Solo esperaba poder disfrutarlo.

–Sí, por supuesto que sí– dijo. Ella estaría bien. 

–Eso es genial, porque he estado practicando mis movimientos de baile y tengo que decir que son bastante buenos– bromeó George, poniéndose de pie y dando vueltas.

–Eres un idiota– dijo Erin, con una sonrisa en los labios. 

–Pero te estoy haciendo sonreír, ¿O no?– George movió las cejas. 

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 |𝐎𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐨𝐝| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora