33. Razones

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Rachel Lombardo:

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Rachel Lombardo:

«¿Por qué tiene que ser tan grosero? Igual nos casaremos con ellos»

—Ay no —me quejo sentándome de golpe en la cama. La cabeza me duele, todo da vuelta y siento que en cualquier momento voy a desmayarme—. ¿Estaba soñando? Si, era eso. Solo una pesadilla.

Tampoco estaba tan borracha, apenas bebí unas margaritas. ¡Eso no era suficiente para que sea capaz de hablarle de esa manera a mi suegro! Ni mil copas bastarían para siquiera hablarle a Ethan Harvet. No no, claro que no era real.
«Rachel Lombardo. Juro que voy a darte un par de nalgadas, por cada jodido segundo que pase y no respondas, será una. Juro que lo haré. Y estoy ansioso por ello»
Más voces e imágenes llegan a mi cabeza y me empiezo a sofocar.

—Buenos días, mi amor —la voz armoniosa y dulce de Mark provoca que más recuerdos aparezcan. Elevo la mirada hacia él, está al final de la cama, luciendo tan bien en su traje negro, con su cabello castaño húmedo y desordenado hacia atrás. Me mira con expresión divertida, mientras continúa arreglando el nudo de su corbata—. ¿Pesadillas? ¿Dolor de cabeza?

...Y remordimientos. Añado mentalmente.

—¡Le dije a tu padre que me darías nalgadas! —exclamo horrorizada, tumbándome nuevamente en el colchón. Mark camina hasta mi, se sienta en la cama con el ceño fruncido y estoy segura que intenta ocultar la diversión en su rostro. No son buenos días.

Me quejo, cubriéndome el rostro con las manos, siento los labios de Mark en mi hombro, deja pequeños besos en el, al tiempo que sus dedos acarician mi cadera por encima de la tela de su camisa gris que llevo puesta. En otra ocasión, lo hubiese disfrutado, pero no hoy que estoy dándome golpes de pecho, no ahora que siento mi cabeza a punto de estallar y soy más alcohol y vergüenza que persona.

—Y que bueno es cumplir con las promesas —el tono bajo y seductor con el que habla me estremece, ¡Ese es el jodido problema! Todos saben que Mark Harvet cumple lo que dice y esta no era la excepción. A su manera, tan buena e inesperada, lo hacía. Pero, ¿era necesario darle aquella información a mi suegro?— Venga, cariño. No pasa nada. Ebria o no, eres una mujer encantadora e incluso mi padre lo aceptó al traerte aquí.

«Suegro yo también lo quiero» La sangre vuelve a bullir con fuerza y opto por cambiar el tema de mi penosa borrachera.

—¿Tus padres saben lo qué pasó? ¿Nuestra separación? —Pregunto entre dientes, aún con las manos cubriéndome el rostro. Solo hay silencio por parte de él y me intriga. Alejo mis brazos de la cara para verlo.

—No, estaban de viaje, volvieron hace poco, pero —me mira intensamente—, creo que lo imaginaban, cada vez que llamaban mamá me preguntaba por ti... Nunca supe que decirle y evité el tema siempre. Por eso me sorprendió que ayer mi padre accediera a traerlas aquí.

Me quejo nuevamente y él ríe, habla de café amargo y sopas calientes para alejar el malestar, sin embargo yo solo puedo pensar en ducharme, no sé cuantas horas he dormido, pero sé que son muchas y lo que es peor; Aún deseo seguir haciéndolo. «Mark debe ir al trabajo y yo a casa de mi abuela» Con ese recordatorio me obligo a levantarme de la cama, él informa que irá a preparar nuestro desayuno.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora