14. Celos

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Mark Harvet:

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Mark Harvet:

—Creí que los hombres como tú, preferían a las mujeres como yo, Mark —sin vacilar, Danna comenta y no me extraña. Desde que la vi entrar al ascensor supe que en cualquier oportunidad ella mencionaría algo sobre Rachel—... Maduras. De tu edad.

Concluye su glosa.

—Danna. Que Rachel, mi novia —menciono por segunda ocasión—, luzca joven, no la hace inmadura.

Aunque desapruebe su intromisión, le explico intentando mantener una conversación cordial.

—¿No? —Resalta la ironía en su respuesta, lo que me molesta.

Apenas habló unos segundos con Rachel. ¿Qué podría opinar de ella?

El sonido del móvil desvía mi atención, al ver en las notificaciones el contacto de Rachel. La última vez que hablamos estaba terminando de comprar algunas decoraciones para la reunión que su madre tendría hoy por su cumpleaños.

«¡Encontré un disfraz de pez para Dory! Me muero de amor. Mira»
«Foto:📷»

Sonrío, conteniendo una carcajada ante su inesperado mensaje. No sé si se deba al hecho de que ella intente aceptar al hámster o la ropa que está seleccionando para Dory, pero me enternece.

—¡Ay, por Dios! —el quejido de Danna me distrae de mis pensamientos, por un milisegundo pienso en disculparme ante mi evidente falta de educación por ignorarla, pero su parloteo continúa, silenciándome—. Definitivamente hay personas que no te convienen, Mark.

—Danna. No olvides que tú eres mi amiga y la persona de la que estás hablando es mi novia —enfatizo molesto—. Buenas tardes.

Menciono agradecido porque las puertas del elevador se abran, anunciando su llegada al primer piso. Un resoplido cargado de molestia es su respuesta, adelanto mi paso saliendo del ascensor para tomar la dirección del estacionamiento.

Mientras avanzo aprovecho para llamar a Rachel quien enseguida responde, su voz dulce detrás de la línea hace que los latidos de mi corazón se aceleren, brindando una respuesta para el comentario de Danna «Los hombres como yo...»

Prefieren la felicidad, porque es lo que Rachel trae a mi vida. Su ternura, alegría, luz e incluso su torpeza cuando se pone nerviosa, me encanta.

—¿Te he dicho hoy lo mucho que me gustas? —Le pregunto.

Ella suelta una pequeña risita que, sin dudarlo, mi mente no tarda en recrearla, reconociendo cada facción de su rostro.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora