4. Un rumor

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Mark Harvet:

El fluido tráfico de la ciudad, el camino a casa de Ildet, nada de eso logra distraerme de mis pensamientos, aquellos que empiezan y terminan con unos preciosos ojos marrones que no dejan de torturarme. Su incomodidad estos días en mi clase, me inquieta. ¿Es por el comentario tan fuera de lugar que hice el primer día? ¿Esa también es la razón por la que el director de la Universidad me citó? ¿Pero, por qué nos reuniríamos en su casa a tratar temas laborales?

—Steven, querido —la esposa de Ildet me recibe en la puerta, mis cejas se juntan ante la confusión de su saludo. Ni si quiera puedo corregirla porque la efusiva mujer continúa hablando—. Adelante, tu hermano y Wens te están esperando.

¿Steven aquí?
Mierda. De pronto lo entiendo. Ildet me ha citado aquí por la renovación del contrato de las subvenciones generosas que, como cada semestre, mi familia le hace a su universidad. Los nervios que me han acompañado durante toda la mañana desaparecen. Me alegra que la señorita Lombardo no esté involucrada en la reunión con el director. No deseo problemas.

—Gracias —digo siguiendo el camino hacia el despacho donde inmediatamente soy recibido.

—Steven que bueno que llegas temprano —Ildet saluda poniéndose de pie, mientras Steven me da la espalda. Lo conozco perfectamente para saber que está sonriendo y celebrando su chiste personal.

—Soy Mark —gruño e Ildet entorna sus ojos.

—¿En serio Steven Harvet? ¿Algún día dejaras de bromear con eso?

—¿Qué fin tendría ser gemelos y no confundir a la gente? —Responde mi hermano girando hacia mí, con una sonrisa reluciente. Tal como lo imaginé.

—Bueno, empecemos —Ildet decide dejar la lucha con Steven, y no lo culpo. Es una pérdida de tiempo—. Mark, toma asiento. Ahora traigo el balance general del periodo anterior.

La vehemencia del director por renovar el contrato se demuestra en cada acción que realiza, casi corriendo él va hasta la esquina de su despacho, empezando a hurgar en una de las carpetas de anillas en su repisa.

—Hola, papucho —saluda mi hermano con burla cuando me siento a su lado.

—Joder. No puedes comentar nada de eso aquí —susurro alterado, observo a mi costado comprobando que Ildet no ha escuchado nada—. Te conté sobre ella para que me riñeras, no para que te diviertas.

Repruebo su falta de madurez. Hablarle sobre Rachel, incluida la llamada inesperada que me hizo, no fue una buena idea.

—¿Por qué te regañaría? Al contrario, me enorgulleces —su confesión termina por sacarme de mis casillas. Vuelvo mi mirada hacia él, sin poder creerlo—. ¿Qué? Por primera vez te has dejado llevar ante una mujer que te gusta.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora