29. Mentales y momentos🔞

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El cielo tempestuoso arropa mis sentimientos en esta noche fría y vacía. Me abraza con tanta fuerza... Justo como ella lo haría.

—¿Te abracé, te dije que te amaba lo suficiente? —susurro siguiendo con las yemas de mis dedos cada pequeña gota que se desliza por la ventana, nublando la vista a la ciudad—. Por supuesto que no y odio que nos faltara tiempo, mamá.

Leves quejidos provienen de la habitación, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. Volteo hacia Mark, aún duerme.

—Rachel, vuelve —dice con dolor y siento mi corazón romperse.

Regreso a la cama, la cual a causa del insomnio había abandonado por unas horas. Mark se remueve inquieto, su rostro está tenso e inmediatamente le toco el hombro. Vuelve a quejarse.

—Estoy aquí —susurro, observando como esta noche mis demonios danzan con los suyos, encajando perversamente en la secuela del infierno de estos meses.

Él despierta, su ceño se frunce al verme. No dice nada. Por unos segundos me observa como si dudara de mi presencia.

—Estás aquí —lleva su mano a mi mejilla y aún sentada sobre la cama doblo el cuerpo hacia él, instalando mi rostro en su pecho. Ahogo un chillido al sentir que me acaricia.

—¿Qué nos hicimos, mi amor? ¿Qué te hice? —Le pregunto meditando el tiempo que hemos estado en esta pesadilla. Lejos, sufriendo las consecuencias de mis decisiones—. Lo siento, perdóname.

—Ven —Mark abandona mi mejilla y desliza la mano hasta mi cintura, en un movimiento rápido gira, tumbándose de costado, llevándome junto con él. Descanso mi nuca en su brazo, disfrutando como me rodea y abraza. Haciéndome sentir viva, segura—. Rachel, cómo tú lo has mencionado antes, no podemos retroceder el tiempo. Así que basta de disculpas. Solo ayúdame... Ayúdame a que esto merezca la pena. Tú y yo.

—No lo dudes, Mark —le pido.

—No lo hago —asegura en tono firme—. Ya no.

«Ya no» Su respuesta tan sincera me traspasa el pecho.

—Te amo —son las únicas palabras que salen de mi boca.

—Y yo a ti, Rachel, yo a ti —susurra.

«Te amo más, siempre más» Vuelvo a recordar lo que él solía decir y me llena de nostalgia ver al hombre que, sin miedos expresaba sus sentimientos, hoy temer hacerlo.

Ha cambiado, ambos lo hemos hecho.
Sin embargo, estamos aquí, intentándolo.

Se forma un silencio corto en el que somos consientes del ritmo de nuestras respiraciones y rompiendo este espacio entre nosotros, Mark me pregunta sobre mis horas de sueño. No quiero mentirle.

—No he podido dormir. He estado pensando sobre nosotros, nuestra visita a... Ocean Bell.

—No lo pienses tanto, Rachel. Descansa —sus brazos fuertes me rodean, reconfortándome—, lo necesitas.

Cierro los ojos, disfrutando el tono suave de su voz, las caricias que empieza a brindarle a mi cabello se vuelven más precisas. Y por primera vez después de mucho tiempo siento mi cuerpo relajarse profundamente. Pese a que por un momento dudé en llamar a mi abuela para informarle que me quedaría durmiendo con Mark, ahora lo agradezco.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora