24. Te quiero a ti, idiota.

396K 32.6K 35.6K
                                    

Rachel Lombardo:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rachel Lombardo:

—¿Te encuentras bien? —El señor Müller vuelve a preguntar apenas nos instalamos en la oficina. Está sentado detrás de su escritorio, mirándome con fijeza. "Estoy bien" Repito apartando las lágrimas que aún resbalan por mis mejillas a causa de mi encuentro con Mark—. Podemos posponer la reunión si lo deseas.

—No se preocupe —aseguro y él asiente. Por un momento se concentra en buscar unos papeles dentro de la carpeta encima de su escritorio, yo aprovecho para tomar aire y calmarme.

—Bien, antes debo informarte que se recibió una solicitud de cambio de titularidad a uno de los bienes que se encuentran registrados en la herencia —el abogado empieza a hablar, yo asiento informándole que vendí el coche de mi madre—. Aunque la señora Lombardo no hubiese testado legalmente también serias propietaria de los bienes. Sin embargo, existe un certificado de últimas voluntades y al no haber aceptado aún la herencia, el titular del coche continúa siendo tu madre, por lo que no podrás hacer ningún traspaso hasta que seas oficialmente la propietaria. Es decir que a partir de la aceptación podrás hacerlo, aunque en el caso de que quieras repudiar la herencia estás en todo tu derecho.

También menciona lo difícil que fue contactarme, debido a que mi cambio domiciliario no fue notificado. El señor Müller no deja de leer artículos tras artículos e indicarme los pasos a seguir en el juicio sucesorio que se presentará. Además de mencionar los bienes muebles e inmuebles que mi madre otorgó en el testamento, él habla sobre objetos personales que ella dejó para mí.

—Se encuentran en el casillero de mi padre, como te comenté al principio, notario del testamento de tu madre —aclara—. El apreciaba mucho a la enfermera Lombardo, ¿sabes? Y lamenta no haberte contactado antes para cumplir con la promesa que le hizo de hacerte llegar las pertenencias que te dejó... Ha estado un poco enfermo.

—Lo siento —empatizo con él.

—Que tierna —replica, su mirada intensa me empieza a incomodar—. Por cierto, antes de que me distraigas más de lo que ya haces, voy a entregarte las llaves del casillero en el que están las pertenencias que te dejo tú madre.

Haciendo exactamente lo que dice me extiende un pequeño sobre blanco con mi nombre escrito en el. Nerviosa lo tomo y el abogado no deja de sonreírme, ofreciéndose a acompañarme.

Estoy intimidada y deseo irme pronto. Sin embargo, antes de despedirme me animo a realizarle un pequeño interrogatorio a causa de las dudas que me persiguen.

—Gracias, Señor Müller. ¿Puedo hacerle una pregunta?

— Lo que desees, Rachel. ¿Puedo llamarte Rachel? —Frunzo el ceño.

Intentando sosegar mi nerviosismo, hago frente a su mirada, pero ocurre todo lo contrario a la calma cuando sus ojos marrones almendrados y redondos intentan acorralarme, sin pudor. Inmediatamente centro mi atención en el sobre, concentrándome en lo importante.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora