8. ¿Un hijo?

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—¿Cómo te sientes hoy? —Pregunto a mamá.

Su recuperación en estas tres semanas ha sido favorable, me alegra que esté en casa tomando un descanso del trabajo.

—Bien, cariño. Renovada y muy mimada —ella esboza una sonrisa radiante mientras me observa de arriba abajo—. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo sigues por la ruptura con Jackson?

—Me alegra mami, es bueno que finalmente accedieras a tomarte días libres en el trabajo —contagiada por su buen humor, sonrío—. Bien. Sin duda, terminar fue lo mejor.

Aunque deseaba que las cosas con Jackson no hubiesen acabado como lo hicieron, ya era tarde. Ambos nos dejamos consumir por la costumbre, confundiéndola con amor.

—Cuando se cierra una puerta, otra se abre —sus risueños ojos café, reflejan complicidad.

—Tienes razón, extraña —no tiene idea cuánto, ella asiente entusiasmada.

—¿Conociste a Andrés? —Frunzo el ceño sin tener menor idea de quién es Andrés— El doctor que me atendió, es un amigo, quería que se conocieran, no en estas circunstancias pero vale. ¿Verdad que es guapo?

¡Ahora lo entiendo! La puerta a la que mamá se refiere se llama Andrés, su compañero de trabajo.

—Estoy conociendo a alguien...

Suelto y enseguida la boca de mamá se abre ante la sorpresa de mi confesión. Sé que ella debía pensar que no superaría la ruptura por semanas o meses, incluso yo misma lo creía. Pero por alguna razón, la vida se estaba encargando de demostrarme, que las cosas suceden cuando menos lo esperamos.

—No lo sabía amor, y yo haciendo de cupido —demanda, siempre le cuento todo a ella y esta vez no hemos tenido la oportunidad de hablar.

—Es reciente. Ahora debo irme a clases —y antes de que haga más preguntas decido despedirme con un abrazo—. Te amo.

Y a pesar que deseo contarle todo a mamá es mejor esperar, conocer un poco a Mark y tomar la decisión de presentarlo o no a mi madre.

Despidiéndome de mi abuela con un beso casto en su frente, salgo de casa para llegar a tiempo a clases de cálculo.
Saber que es ella quien cuida a mamá mientras estoy en clases, me tranquiliza, y el buen estado de ánimo que tengo, ayuda a que el camino a la universidad sea corto, aunque este no dura más que un santiamén; mi felicidad se borra apenas llego al curso de cálculo. Monique y Crisna me reciben susurrando con soberbia mientras me miran como si hubiesen descubierto el mejor invento de la historia.

—¡Pero miren a quién tenemos aquí! —Exclama Monique, dirigiendo la atención de los pocos alumnos que están en el salón hacia mí— Querida, ¿sabías qué hay alguien malo que anda diciendo cosas de ti?

—Es cierto, yo también escuché esos rumores —uno de mis compañeros añade, uniéndose a la conversación.

—¿Cómo se atreven a pensar que Mark podría siquiera fijarse en alguien como ella? —Dice Monique causando que los espectadores suelten risas de burla.

—Pues parece que hay alguien que sí que se lo cree —replico al evidente enojo de Monique. No he planeado el tono sarcástico en mi voz, pero disfruto al verlas morderse la lengua por unos segundos.

Los murmullos descarados de las personas en el lugar, hablando como si yo no estuviese presente, hacen que me arrepienta de haber caído en las garras de mis compañeras. No merecen la pena.

— Pues no te hagas ilusiones querida, Mark me escogerá a mí, como todos los hombres. ¿Cierto Crisna?

—Obvio, Monique —su amiga chilla, dándole la respuesta que evidentemente ella exige—. Deberías empezar hoy.

¿En clases no? - BORRADOR 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora