Capítulo IX

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Eran las nueve y diez de la mañana y yo ya estaba saliendo del coche para entrar a la empresa, ni loca llegaba tarde. 

No había podido pegar ojo en casi toda la noche, después de llegar ayer del trabajo me encontré con Susan y Peter discutiendo por el mando de la tele. ¿Qué por que todavía no se habían ido a sus casas? Fácil, querían saber como me había ido el día o Susan, simplemente, necesitaba su coche de vuelta para poder llegar a su casa. De todas formas les conté lo que me había pasado a lo largo del día, obviando, claramente, el beso con la señora Venable. Perjuraron y perjuraron que como me volvieran ha hacer daño esos, cito textualmente, "estúpidos e ineptos", pagarían las consecuencias. Fue inevitable hacerles cambiar de opinión, aun diciéndoles que había sido sin querer y que me encontraba bien.

-¿En que piensas?-preguntó alguien a mis espaldas.

-Joder, no vuelvas ha hacer eso.-le recrimine a Peter. Porque si, Peter se encontraba conmigo, me había traído hasta la empresa. El había insistido en llevarme, quería ver como era la empresa o al menos habia dicho, le había hecho jurar que no intentaría nada con Jeff o con Mutt.

-Perdón perdón.-levantó los brazos en señal de rendición.-Esto es increíble.-comenzó ha decir como un niño pequeño.

-Tampoco es para tanto.-le dije restándole importancia mientras cogía todas mis cosas del coche.

-¿Como que no?-preguntó indignado.-Tiene hasta una fuente. ¡Una fuente!

-Vale, para Peter, estas llamando la atención de todos.-le dije poniendo una de mis manos en su hombro para que parara de moverse.-Es una simple fuente.-susurre para que nadie nos escuchara. 

-Me da igual.-negó con la cabeza.-¡Es una fuente!-le cogí de la cabeza para que mirara, estaba comenzando ha llamar la atención.

-Es una simple fuente, Peter.-volví a susurrar.-¿Has vuelto a beber cafeína?

-Solo un poco.-susurró.-Vale vale, tienes razón. Bueno me voy, espero que tengas un buen día, escríbeme para venir a buscarte.-me dio un abrazo, se metió al coche y arrancó a toda velocidad. Este chico era penoso cuando tomaba una simple gota de cafeína. 

-¡Emma!-un agudo grito resonó en mis oídos nada mas entrar en recepción. ¿Quién demonios gritaba así? La chica de ayer corría hacía a mi o al menos lo intentaba, con esos tacones imposible.-¿Como estas?-preguntó cuando llegó a mi altura.

-Bien bien. ¿Pero como sabes mi nombre?-le pregunte extrañada.

-Oh, bueno ayer llegaste con un medico a tu lado, así que eres noticia por toda la empresa.-no puede ser, era lo que menos quería en estos momentos.-Por cierto, me llamo Alexia, no tuve la oportunidad de decírtelo ayer.

-Encantada.-le dije estrechando mi mano con la suya. 

-Los chicos me han pedido que te diga que te están esperando en la pista de atletismo.-me dijo sin dejar de mirarme. 

-¿Otra vez lo del traje?-pregunté aterrada.

-Nono, algo de un dron que están construyendo.

-Vale, gracias. Nos vemos.-me despedí de ella mientras partía para la pista de atletismo.

-¡Emma!-volvieron a gritar a mis espaldas. ¿Por que todo el mundo grita hoy mi nombre? Mierda, era Axel.-Hola Emma.-dijo cuando llego a mi lado, ni siquiera paré de caminar.

-Hola. ¿Eras Axel, no?-le pregunté para borrarle la sonrisa de idiota que tenia, cosa que funciono al instante.

-Ehh, si si. ¿Qué haces?-preguntó poniéndose delante de mi sin dejarme caminar.

PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora