Capítulo XI

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Seguía en el despacho de la señora Venable, llevaba ya diez minutos en el, apreciando todo a mi alrededor, sin tocar nada, claramente. Le gustaba el orden, eso se podía apreciar, pero también la sencillez de colores, solo blanco y púrpura, algún toque de negro, pero sin duda el Púrpura sobresaltaba por todos lados.

-¡Juro que lo volveré ha hacer Wilhemina!-un grito de una persona desconocida me hizo despegarme de mis pensamientos.-¡No me voy a ir!-gritó de nuevo la chica.-¡¡He dicho que no!!-¿Qué demonios estaba pasando? 

Decidí salir del despacho para cerciorarme de lo que estaba pasando, llegue a las escaleras y mire de reojo el vestíbulo principal. Una chica de la altura de la señora Venable se encontraba en medio del lugar, con un montón de guardias alrededor. La señora Venable estaba al principio de las escaleras, justo al lado de Jeff y Mutt. 

-Cálmate Lea.-le dijo la señora Venable mientras daba un paso hacía delante.

-¡Quédate quieta Wilhemina!-volvió a gritar la tal Lea.-O juro que lo hare.-de la nada le apuntó con una pistola que no había notado, haciendo que la señora Venable diera un paso hacia atrás y levantara las manos. Mi pulso empezó a desenfrenarse por completo, ¿pero que clase de persona era esta? 

-No tenemos que llegar a esto y lo sabes.-le dijo de nuevo la señora Venable. La chica comenzó a pasear su vista por todo el lugar, hasta que su mirada recayó en mi. Mierda.

-¡Tu!-gritó apuntándome con el arma, haciendo que todas las miradas que recorrieran en mi.-¡Ven aquí ahora mismo!-la señora Venable me miraba con los ojos bien abiertos.-¡He dicho que vengas!-volvió a gritar. Me levante y comencé a bajar las escaleras con las manos bien arriba hasta que llegue al lado de la señora Venable.

-¿Que demonios haces?-me susurró ella con cuidado de que nadie nos oyera.

-¡Acércate!-gritó sin dejar de apuntarme.-¿¡Quien eres?! No te recuerdo.-dijo una vez que di cuatro pasos hacía ella.

-So_soy Emma Vega.-le conteste con miedo.

-¿Emma Vega?-preguntó confundida dando un paso hacía a mi.

-S_si, soy nueva.

-Ella no tiene nada que ver en esto, Lea.-le dijo la señora Venable a mis espaldas.

-Algo tendrá que ver cuando la has defendido, Wilhemina.-le dijo con asco.-No soy tonta, tu no defiendes a nadie, a menos que te importe.-¿Le importo?-Así que me imagino que tendrás algo con ella, no?-me preguntó tocando un mechón de mi pelo. ¿Cuándo se había acercado tanto?-¿Ya os habéis besado? ¿En serio me has cambiado por esta? Pero mírala, si parece que se le ha llevado la lengua el gato.

-N_no se de lo que me hablas.-le dije intentando quitar su mano.

-¿Ya te ha llevado a su cuartito?-preguntó mordiéndose el labio inferior, a lo que yo puse cara de confundida.-¿No? Vaya Wilhemina, si que vas lento esta vez.-dijo mirando detrás de mi.

-Cállate Lea.-le dijo la señora Venable con rabia.-

-Oh, perdona Wilhemina.-le contestó con sarcasmo.-¿No te deja tocarle, verdad?-me preguntó a modo de susurro, como si se estuviera riendo de mi.

-¿Qué es lo que quieres Lea?-le preguntó la señora Venable.

-Oh si, se me ha ido el santo al cielo. Te quiero a ti. Así que debo de quitar mis obstáculos, no?-de la nada me dio la vuelta, se apego a mi cuerpo y me puso la pistola en la cabeza.

-Baja el arma, Lea. No querrás que esto acabe mal para ti.-la señor Venable dio un paso hacía nosotras, al igual que toda la guardia. 

-Me importa una mierda lo que me pase, si al final estoy contigo.-esta chica estaba muy mal.

-Lea, baja la puta arma.-le volvió a decir.

-¡He dicho que no!-gritó en mi oído. Tomé su momento de debilidad y le pegue, con mi cabeza, su nariz. Instintivamente, se le escapo la pistola hacía arriba y apretó el gatillo, haciendo que el maldito ruido golpease mi oído. Me tire al suelo y los guardias se aproximaron a ella, quien no tardo en ser capturada y arrestada por ellos. 

Me pitaban los oídos, no escuchaba absolutamente nada, cuando volvía a abrir los ojos, la señora Venable se encontraba arrodillada frente a mi, con cara de preocupación. Empezó a hablar, pero lo único que veía eran sus labios abrir y cerrarse sin emitir ningún sonido. Me cogió del brazo y comenzó a empujarme hasta su despacho. Una vez dentro, el pitido acabo y un grito por parte de ella me hizo volver a la realidad.

-Mierda. ¿Puede oírme?-preguntó vocalizando mucho.

-Si si, ahora si.-le contesté mientras me sentaba en la silla y me masajeaba las orejas.

-Lo siento, de verdad.-me dijo apoyándose en la mesa.-No sabía de que era capaz de hacer esto.

-¿Quien demonios es esa chica?

-Una especie de exnovia, al parecer, loca.-me miró preocupada.

-Oh.-fue lo único que mis labios llegaron a pronunciar.-Si que tiene buen gusto.-le dije con sarcasmo.

-No lo sabe usted bien.-me contestó mientras su mirada me recorría de arriba a abajo.



PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora